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Senado y Cámara aprueban reforma a justicia con visos de 'micos'

Se eliminó la violación al régimen de inhabilidades para ser electo congresista como causal de pérdida de investidura. Además, se amplió a 12 años el periodo de los actuales magistrados.

El Espectador
20 de junio de 2012 - 02:30 p. m.

Las plenarias de la Cámara de Representantes y el Senado aprobaron el texto conciliado de la reforma a la Justicia.

El punto más polémico de la reforma hace referencia al sustancial cambio a la pérdida de investidura de los congresistas. Todo indica que con la gradualidad que ahora existirá será prácticamente imposible que se vean sometidos a estos procesos.

Además, se habló de una gabela del Congreso a los magistrados de las altas cortes pues se amplió el periodo de los actuales togados a 12 años.

Las plenarias de la Cámara de Representantes y el Senado aprobaron el texto conciliado de la reforma a la Justicia.

El punto más polémico de la reforma hace referencia al sustancial cambio a la pérdida de investidura de los congresistas. Todo indica que con la gradualidad que ahora existirá será prácticamente imposible que se vean sometidos a estos procesos.

Además, se habló de una gabela del Congreso a los magistrados de las altas cortes pues se amplió el periodo de los actuales togados a 12 años.

El texto conciliado acoge las siguientes disposiciones constitucionales:

  • Rediseño de la suspensión o pérdida de la investidura
Se introduce, tal y como lo planteó el Consejo de Estado, la doble instancia en la pérdida de la investidura. Se estableció el principio de gradualidad en la sanción, la que puede ser suspensión o pérdida, atendiendo la entidad de la falta y el dolo o culpa en que actúo el investigado. Se eliminó la violación al régimen de inhabilidades para ser electo congresista como causal de pérdida de investidura, atendiendo a que son circunstancias anteriores a su condición de parlamentario y que para ello existe la acción de nulidad electoral.

  • Ampliación de la oferta judicial
Se faculta a la ley para que, si a bien lo tiene, otorgue facultades jurisdiccionales a empleados judiciales (servidores distintos a los jueces y magistrados), notarios, centros de arbitraje, centros de conciliación y a abogados en ejercicio en calidad de jueces adjuntos. La ley deberá determinar qué asuntos, trámites o procesos pueden encargarse a estos nuevos titulares de la función jurisdiccional. De otra parte, la ley podrá disponer que ciertas controversias se resuelvan mediante arbitraje.

Estos nuevos depositarios de la función jurisdiccional, se suman a los hoy existentes, jueces y magistrados, autoridades administrativas y particulares en condición de árbitros, conciliadores y jurados en causas criminales, que siempre han estado habilitados por la Constitución.

  • Principio acusatorio, separación de la instrucción del juzgamiento y doble instancia para el juzgamiento de aforados constitucionales
Partiendo del modelo propuesto por la propia Corte Suprema de Justicia y acogiendo los dictámenes de la Corte Constitucional, se extiende a todos los aforados constitucionales las garantías de las que gozan los demás ciudadanos, a la separación entre las funciones de investigación y de juzgamiento –pilar del sistema acusatorio mixto en Colombia y garantía de imparcialidad– y de la doble instancia, que son parte de nuestro bloque de constitucionalidad.

  • Aumento de los requisitos y período para la elección de Magistrados
Se aumenta de 10 a 20 años el requisito de experiencia para acceder a las altas Cortes, con el fin de que lleguen a ellas los más ilustres juristas del país. Además, se amplía su período de 8 a 12 años para darles mayor estabilidad e independencia en la toma de sus decisiones y consolidar líneas jurisprudenciales.

  • Eliminación del Consejo Superior de la Judicatura, tanto su Sala Administrativa como su Sala Disciplinaria
Se elimina el Consejo Superior de la Judicatura, en sus dos salas. La Sala Administrativa, cuya estructura de tribunal demostró ser ineficiente para la administración de la Rama, será reemplazada por un Sistema Nacional de Gobierno y Administración Judicial, compuesta por tres niveles (Sala de Gobierno Judicial, Junta Administrativa y Director Ejecutivo de Administración Judicial) que, con funciones claramente definidas, trazarán la política del sector, y harán la gestión y ejecución de las políticas y programas de la Rama. Así, los propios primeros interesados serán quienes fijen las políticas de la rama judicial con criterio gerencial, similar al proceder de la Junta Directiva del Banco de la República. En el máximo órgano de gobierno y administración de la Rama, tendrán asiento los presidentes de la Corte Constitucional, el Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia, además de un delegado de los magistrados de tribunal, otro delegado de jueces y uno de los empleados judiciales, concretando el viejo anhelo de la democratización en la administración.

También harán parte de ese órgano, con voz pero sin voto, el Ministro de Justicia y del Derecho, el Fiscal General de la Nación y el Director Ejecutivo de Administración Judicial.

Por su lado, la actual Sala Jurisdiccional Disciplinaria fue eliminada. Se crea el Consejo Nacional de Disciplina Judicial integrado por nueve (9) consejeros elegidos por el Congreso de la República de ternas elaboradas por las tres altas Cortes. Para evitar choques de trenes, se elimina expresamente la potestad de este órgano jurisdiccional para conocer tutelas.

  • Recursos adicionales para el Sector Jurisdiccional por 2 billones de pesos
Se aprobó la destinación de 2 billones de pesos (más de USD 1.150 millones) como presupuesto adicional de inversión en los próximos 6 años. Un aporte de ese monto, no tiene antecedente alguno en la historia del país. Estos recursos serán para tecnologías de la información y las comunicaciones, descongestión judicial, implementación de la oralidad y mejoramiento de la infraestructura. De otra parte, se le garantizó al Sector Jurisdiccional que su presupuesto ordinario, tanto en funcionamiento como en inversión, crecerá, como mínimo al IPC más 2 puntos porcentuales en los próximos 10 años.

Por El Espectador

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