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Que Colombia tenga una sola Corte que integre a la Suprema de Justicia, a la Corte Constitucional, al Consejo de Estado, al Consejo de la Judicatura y al Consejo Electoral; y que además de eso, sea la misma que se encargue de estudiar los casos relacionados con la justicia transicional para los procesos de paz, no parece una idea fácil de materializar. Pero, sin embargo, es la que está promoviendo el expresidente Álvaro Uribe.
A través de una carta pública, el hoy senador planteó la necesidad de reformar a la justicia y que, como elemento central, se incluya la creación de una Gran Corte que aglomere a los más altos tribunales del Estado en aras, según dijo, de recuperar la confianza en una de las ramas del poder público que, en su momento, contó con el mayor prestigio en Colombia.
“Y que los magistrados lleguen allí a una edad madura después de los 50, 55 años no para buscar un trampolín sino como llegar a la escala superior, al premio, a la cúspide de una carrera judicial respetable, que además sean vitalicios”, añadió el exprimer mandatario. Eso sí, advirtió, con unas modificaciones previas a la justicia transicional aprobada en el Congreso que permite la elegibilidad política a integrantes de las Farc que, habiendo cometido delitos de lesa humanidad, cumplirán penas extramurales. “Que se corrijan los abusos en contra del honor de los militares y en contra de los civiles. Una sola Corte”, añadió.
Es cierto que se acerca la campaña política de cara a las elecciones presidenciales del 2018 y, en ese sentido, plantear todo tipo de reformas y cambios institucionales hacen parte de la estrategia entre quienes tienen aspiraciones de poder para hacerse al mayor caudal electoral posible. Pero, ¿qué tan viable es materializar la propuesta del hoy senador Uribe?
La historia constitucional en Colombia demuestra que habría que devolverse hasta 1886 para establecer un régimen muy similar al que plantea el expresidente Uribe. En ese año, cuando el país descartó ser un Estado federado surgió una nueva Constitución Política que encargó en una sola corte, la Suprema de Justicia, todo lo relativo a esa materia.
Sin embargo, una de las críticas que más se registraron en ese texto que duró poco más de un siglo y que derivó en la Constituyente de 1991, tuvo que ver con la concentración de la justicia en un único tribunal, y que fuera una sola sala la encargada de estudiar las presuntas violaciones a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Los cuestionamientos en torno a las aglomeración de casos y la tardanza por resolverlos no fueron pocas, además de las críticas por la concentración de poder en ese alto tribunal.
Desaparecer la Corte Constitucional y echar al traste lo aprobado por el Congreso frente a la Jurisdicción Especial de Paz no parece una tarea fácil. Habrá que ver hasta dónde las diferentes agrupaciones políticas y la propia Rama Judicial acogen la idea de Uribe Vélez. Eso sí, promete dar un debate de fondo que trascienda el simple hecho de recuperar la confianza en la justicia.