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Uribe dijo que nombró a Santos Mindefensa para que fuera Presidente

El expresidente, en una nueva crítica al Jefe de Estado por el deterioro de la seguridad, dijo que hizo más fuerza por la elección de Santos que por las suyas.

El Espectador
02 de septiembre de 2012 - 11:25 a. m.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez este domingo volvió a criticar al presidente Juan Manuel Santos, principalmente, por el deterioro de la seguridad del país.

Uribe escribió una nueva columna en su cuenta en Twitter llamada “Algo de mi experiencia con el Presidente Santos”.

En ella cita cómo fue su relación con el mandatario, ante de nombrarlo ministro de Defensa tras la reelección.

Aseguró que lo designó jefe de la cartera castrense para catapultarlo a la Presidencia.

Columna de Álvaro Uribe

Iniciado nuestro primer gobierno nunca nos incomodó la crítica del entonces periodista Juan Manuel Santos, hoy Presidente de Colombia. Ya había transcurrido algún tiempo y su fundación Buen Gobierno convocó a un foro para abordar la pregunta ¿Será sostenible la Seguridad Democrática?, fui invitado e intervine. Algunos de los oradores expresaron que no sería sostenible, yo sostuve lo contrario y expliqué cómo estábamos pasando del círculo vicioso al círculo virtuoso.

En efecto, dije que veníamos de un punto de más violencia, más pobreza, más desempleo, más desigualdad y menos inversión, y que en ese momento hacíamos el tránsito a más seguridad, más inversión, más política social, más seguridad... Manifesté mi positivo asombro por la capacidad, excepcional en el mundo, de los colombianos de reaccionar ante nuestras políticas, que se percibía en una notable recuperación económica, que a su vez garantizaba los recursos de la seguridad y la cohesión social. Regresé a la mesa después de hacer la presentación y el doctor Santos, anfitrión, me comentó "con ese discurso no lo derrotan", en referencia a la contienda electoral sobre reelección presidencial en 2006.

A los pocos días me visitó en la oficina, me ofreció apoyo e inició las gestiones que concluyeron, con Oscar Iván Zuluaga como coequipero, en la creación del Partido Social de Unidad Nacional.

Sucedida la victoria de 2006, me visitó nuevamente y me preguntó "¿Pre usted qué va a hacer conmigo?", sin dudar le respondí "lo nombro Ministro de Defensa para que sea Presidente".

En el debate sobre una eventual segunda reelección, repetía a los integrantes del gobierno mi desacuerdo en perpetuar al Presidente y mi preocupación por el riesgo de abandono de las políticas que venían en marcha, y que mostraban resultados bondadosos para Colombia. En febrero de 2010 repetí al doctor Santos lo mismo, y le agregué, solamente a él, que mi información era que la Corte Constitucional declararía inexequible la ley del Referendo, que él debía estar preparado para dar la batalla, que yo la daría en la improbable hipótesis del fallo aprobatorio. El doctor Santos asintió.

Conocida la sentencia negativa, la mañana siguiente, en Cali, suspendí en dos ocasiones un Consejo Comunitario para recibir al doctor Santos y al doctor Andrés Felipe Arias. Mi afán de defender la continuación de las políticas me llevaba a pensar en ellos como continuadores exitosos. Aunque soy de expresiones directas, los medios de comunicación publicaron que había sido un guiño para ambos.

Hice más fuerza, sentí más angustia, por la elección del doctor Santos que por las mías. Si bien los problemas del país no estaban resueltos, nuestras políticas iban por buen camino, y miles de colombianos, al sufragar por el doctor Santos, lo hicieron con cabal conciencia de apoyar esas políticas que él se había comprometido a mantener y avanzar. Muchos colombianos identificaron la gallina Doña Rumbo y los tres huevitos (seguridad, confianza de inversión y cohesión social), a los que aludía en mis diarios coloquios radiales, como una invocación en favor del doctor Santos. Mi voto por su candidatura presidencial no fue el primero por su persona, como senador, años antes, apoyé su designatura.

Ahora me angustia que un país que estaba energizado por el optimismo de la seguridad, impulsado por la inversión y resuelto por la cohesión social, entre en el congelador de la incertidumbre de pensar, a mañana, medio día y noche, ¿qué pasará en las negociaciones con el terrorismo?, y en qué terminará el albur reconocido por el Presidente que hace pocos días dijo "y si me suena la flauta!"

Colombia, aun con dificultades, merece certeza. No es justo que se le someta al azar antecedido por dos años de debilitamiento de la seguridad, de asesinatos de niños, de soldados, de policías y de ciudadanos en general, como ocurrió, hace apenas días, en el Meta.

El discurso de la paz no puede ser la excusa del incumplimiento del deber de dar seguridad a los ciudadanos.

Por El Espectador

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