Vicepresidencia a contrarreloj

El Congreso deberá avalar su nombre el miércoles, como reemplazo de Germán Vargas Lleras. En los 16 meses que quedan del gobierno Santos se concentrará en la implementación de los acuerdos de paz.

Redacción Politíca
25 de marzo de 2017 - 09:00 p. m.
A sus 60 años, Óscar Naranjo asume el que puede ser el reto más importante de su vida: la Vicepresidencia. / Archivo
A sus 60 años, Óscar Naranjo asume el que puede ser el reto más importante de su vida: la Vicepresidencia. / Archivo

La implementación de los acuerdos firmados con las Farc, la seguridad ciudadana y la erradicación de cultivos ilícitos. Tres líneas de acción ligadas entre sí, y en las que trabajará desde este miércoles el general (r) Óscar Naranjo, una vez el Congreso acoja —y no se esperan contratiempos— la recomendación que hizo el presidente Juan Manuel Santos para que asuma la Vicepresidencia de la República en reemplazo de Germán Vargas Lleras.

Exintegrante del equipo negociador en La Habana y exministro consejero para el Posconflicto, Derechos Humanos y Seguridad, la llegada al cargo de quien fuera director nacional de la Policía implicará un cambio frente a lo que venía haciendo su antecesor, quien se dedicó a impulsar los programas de infraestructura, vivienda y agua potable en el país. Pero, además, se trata del arribo a uno de los cargos claves del Ejecutivo de alguien que siempre ha estado desligado de la clase política, y aunque ha tenido que interactuar con ella, nunca se ha querido matricular con nadie, así el Partido de la U, en un arrebato de oportunismo, le haya ofrecido hace poco vincularse a sus filas.

Y siendo uno de los personajes públicos con más alta aceptación ciudadana, llega también como una bocanada de aire fresco para un gobierno al que el sol ya le da sobre sus espaldas, golpeado por la baja aprobación de la gestión que muestran las encuestas, inmerso en el escándalo por la presunta financiación de las campañas de 2010 y 2014 por parte de Odebrecht y con una enconada oposición uribista que no da tregua en sus cuestionamientos.

Oposición con la que, según dicen, Naranjo está dispuesto a buscar puentes de entendimiento, pero a la que también no dudará en hablarle duro, si es el caso. Como en una reciente reunión con el Partido Conservador, en la que, sin dar nombres pero sí unos primeros pasos en las lides de la política, aseguró que la “rabia populista de algunos líderes está destruyendo la institucionalidad”, e hizo un llamado a que esa rabia y ese populismo “se transformen en potencias creativas, de innovación y de entendimiento, para que los colombianos superemos los desafíos de hoy”.

En la clase política su nombre genera más consensos que disensos, más aún teniendo en cuenta las discrepancias que en algunos sectores generaba Vargas Lleras, a quien muchos todavía acusan de haber utilizado el cargo como plataforma de su futura campaña presidencial. “Su presencia en la Vicepresidencia puede traer tranquilidad por la neutralidad que significa. Falta ver si servirá para fortalecer la imagen del presidente Santos, hoy tan debilitada, aunque no tengo mayores esperanzas”, dice la senadora liberal Viviane Morales.

Lo que sí se tiene claro es que quien alguna vez fue calificado como el mejor policía del mundo será fundamental para apalancar la recién anunciada reforma a esa institución de cara al posconflicto. Y, al mismo tiempo, para afrontar los retos que implicará la agudización de conflictos por el surgimiento de fenómenos delincuenciales en las ciudades, un hecho documentado en todos aquellos países que han transitado por negociaciones de paz y en los que se ha dado la desmovilización de algún grupo ilegal armado.

Lo cierto es que las expectativas frente a la Vicepresidencia de Óscar Naranjo varían de acuerdo con la orilla política en que se esté. Por ejemplo, para el senador Armando Benedetti, codirector de la U, con él se va a tener a alguien que ayudará en la seguridad urbana, el desafío más importante en el posconflicto. Y para el representante Rodrigo Lara, de Cambio Radical, su rol será fundamental en el esfuerzo que debe hacer el Estado para copar amplios sectores del territorio, antes en manos de grupos al margen de la ley, y su experiencia será crucial para reducir la extensión de los cultivos ilícitos, inri que por estos días carga Colombia.

A su vez, el senador Iván Cepeda, del Polo, espera que Naranjo represente “un fuerte impulso al desarrollo de la implementación de los acuerdos de paz con las Farc y para los planes de reincorporación de esa guerrilla a la sociedad”. Y en lo referente a la seguridad, “en las garantías de protección que están implícitas en lo pactado”, no sólo para los mismos desmovilizados, sino para los líderes sociales y defensores de derechos humanos que siguen siendo amenazados y asesinados.

Ahora, no todo son campanas al vuelo. De entrada, el senador Ernesto Macías, del Centro Democrático, no cree que Naranjo pueda ser un puente con el uribismo, pues lo ve “totalmente entregado al proceso de La Habana y muy cerca de las Farc”. Además, “va a ser el vicepresidente de Santos y en eso se quedará, de manera que no veo una función de él distinta a la de calentar el puesto o la de estar en la Vicepresidencia esperando que Santos termine”.

Y el también senador Jorge Robledo, del Polo, considera que la cuestión no es de personas sino de políticas, y las del gobierno Santos, según él, han sido equivocadas. “No me hago ninguna ilusión. Y a mi juicio, Naranjo empezó mal porque lo oí muy agresivo en contra de lo que llama la rabia populista, que es la manera como se están expresando quienes están en el poder en contra de quienes queremos cambios y estamos denunciando la corrupción”.

Defensores y detractores lo califican como alguien que sabe moverse estratégicamente en las esferas del poder, perspicaz y de temperamento tranquilo, aunque su pasado en asuntos de inteligencia suscita desconfianza en algunos. Y no falta quién insinúe que en algún momento Santos le pagará el favor dándole una “palomita”. Eso sí, para Naranjo serán poco más de 16 meses —los que quedan de gobierno— en los que tendrá que demostrar resultados en las tareas encomendadas. Una carrera contrarreloj que bien puede significar el entierro de su carrera pública o, por qué no, el último peldaño hacia la cúspide del poder.

El séptimo desde 1991

El exdirector nacional de la Policía general (r) Óscar Naranjo será el séptimo vicepresidente de Colombia desde que la nueva Constitución de 1991 decidió restablecer esa figura, que había sido eliminada de la Carta Política anterior en una reforma de 1910.

Inicialmente, como fórmula de Ernesto Samper en 1994, fue elegido Humberto de la Calle, quien se hizo a un lado a raíz del escándalo del Proceso 8.000 en septiembre de 1996, siendo reemplazado por Carlos Lemos Simmonds. Junto a Andrés Pastrana estuvo Gustavo Bell (1998-2002) y en los ocho años de Álvaro Uribe figuró Francisco Santos. En el primer mandato de Juan Manuel Santos (2010) lo acompañó Angelino Garzón y en 2014 la llave fue con Germán Vargas Lleras.

Por Redacción Politíca

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