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¿Qué viene después de la marcha uribista?

Una mirada a los efectos de la movilización que el sábado pasado realizó el Centro Democrático en más de 20 ciudades del país, que hoy sigue siendo motivo de discusión sobre si fue un éxito o un fracaso.

Hugo García Segura
04 de abril de 2016 - 08:08 p. m.

Ni fueron cuatro gatos como auguraban algunos santistas, ni tampoco los ocho millones que vaticinó un senador del Centro Democrático. Lo cierto es que más allá de la asistencia y de las interpretaciones que se puedan hacer sobre su justificación (muchos alegan que el objetivo verdadero era pedir impunidad para quienes están en líos con la justicia), la marcha del uribismo del sábado pasado sí muestra un malestar en un grueso sector del pueblo colombiano, no solo en torno al proceso de paz con las Farc de La Habana sino también frente a otros hechos de la coyuntura nacional, como por ejemplo, el escándalo de Reficar, los niños muertos por desnutrición en La Guajira, el fantasma del apagón o hasta el alto costo de la canasta familiar.

Hoy, en las redes sociales y en los medios de comunicación todo mundo hace balances. Unos hablan de fracaso, otros de victoria. La polarización se agudiza y los calificativos son de grueso calibre. Para la senadora María del Rosario Guerra, del Centro Democrático, las marchas en más de 20 ciudades del país demostraron que la postura del uribismo está acorde con lo que piensa la ciudadanía, a la que el presidente Juan Manuel Santos no quiere escuchar.

“Mientras que Gobierno no se conduele con su ciudadanía y varios de sus ministros hacen negocios a diestra y siniestra, el ciudadano común paga de su bolsillo los errores de Isagen, Ecopetrol, Caprecom y Reficar, por nombrar sólo algunos (…) no intenten tapar el sol con una mano: el inconformismo es grande y seguirá en aumento mientras no se corrija el rumbo”, manifestó la congresista.

En la otra orilla, calculadora en mano, se analiza también la movilización. El senador Armando Benedetti, del Partido de la U, cree que fue un fracaso pues no participó ni siquiera el 1% del censo electoral. “José Obdulio Gaviria y Alfredo Rangel le dijeron al país que iban a salir cientos de miles de personas a la marcha y según las estadísticas no salieron más de cien mil personas. Eso corresponde al 0,3% del 100% del censo electoral y significa que otra vez a las marchas y concentraciones convocadas por el Centro Democrático salen cuatro gatos”, afirmó.

En medio de la discusión, la prensa ha sido también centro de críticas por parte del uribismo, que ve en todo lo que no está a su favor una estrategia en su contra maquinada desde el Gobierno. “Los medios que desinformaron sobre la asistencia a las marchas en el país, ¿recibieron orden de Santos o le tienen miedo a decir la verdad?”, escribió en Twitter el representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada. “¿Que ganan los medios de comunicación en ocultar la protesta ciudadana? ¿Apoyar un gobierno y un tipo con el 13%?, trinó a su vez el senador Daniel Cabrales.

La pregunta que queda es si el gobierno del presidente Santos tendrá en cuenta la protesta y evaluará la posibilidad de darle un nuevo rumbo a su mandato a partir de las premisas que se escucharon y vieron. En criterio del exsenador Juan Lozano, hoy analista de Blu Radio y considerado de línea uribista, quedó claro que la gente no marchó contra la paz sino contra el mal gobierno. “Aunque trataron de descalificar la convocatoria diciendo que era contra la paz, las inmensas marchas pacíficas confirmaron que exigir una buena negociación no es torpedear la paz, sino, por el contrario, estimularla para que sea sostenible, justa y no incumbe nuevas violencias”, señaló en una columna de opinión en El Tiempo.

Y agregó: “Las marchas evidenciaron que gente de todos los partidos está sufriendo por la inflación que golpea sus bolsillos, por la anunciada reforma tributaria, y por el deterioro inocultable y doloroso de la seguridad ciudadana. Un desgobierno paralizante es percibido en todos los estratos y regiones”.

Para la excandidata presidencial conservadora, Marta Lucía Ramírez —cercana al uribismo y quien dijo que no salió a la calle porque considera que pedir la salida del presidente Santos no soluciona los problemas—, las movilizaciones del sábado “demostraron que muchos colombianos estamos preocupados y que nos duele Colombia. A millones nos preocupa la incertidumbre de dos procesos de negociación con dos grupos de insurgencia terrorista que han sido claros siempre en su objetivo de tomarse el poder”. Además, enumeró otros temas que considera críticos: el paro armado del clan Úsuga en varias regiones, la incertidumbre económica, la pérdida de mar en San Andrés y el aumento de la inflación, entre otros.

Muchas veces se han escuchado rumores sobre contactos para propiciar un acercamiento entre el primer mandatario y el expresidente Álvaro Uribe. Algo que cogió fuerza cuando el Centro Democrático apoyó en las sesiones extras del Congreso la reforma a la Ley de Orden Público, eso sí, poniendo sus condiciones. Hoy, después de la marcha uribista, no se ve cercana esa opción y, por el contrario, el distanciamiento se ve más grande, pues todo indica que los reclamos del Centro Democrático, con marcha incluida, no tienen eco en el Gobierno.

En conclusión: seguiremos asistiendo al triste y paupérrimo debate en las redes sociales, lleno de insultos, con pocos argumentos, con acusaciones de “paracos” por un lado y de “castrochavistas” o “entregados a la guerrilla” por el otro. El Centro Democrático seguirá debatiendo en el Congreso —donde seguramente en algunos temas podrá tener parte de razón, pero que siempre sus contradictores los verán manchados por las sombras del pasado, cuando Uribe estaba en el poder— y sabiendo que es minoría ante una coalición santista, léase Unidad Nacional, convencida de que el país va por buen camino, sobre todo en lo de la paz. Un debate que está enmarcado en la lucha por la Presidencia de 2018: unos por mantenerse y otros por recuperarla.

Por Hugo García Segura

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