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“Viviremos un siglo de violencia desenfrenada”

Francisco Barbosa, doctor en derecho público de la Universidad de Nantes, profesor del Externado y analista internacional explica por qué Occidente tiene responsabilidad en la conformación de los grupos terroristas islamistas. Pronostica recortes dramáticos de las libertades individuales, cierre de fronteras y modificaciones al acuerdo Schengen.

Cecilia Orozco Tascón
22 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.
 “El mal llamado Estado Islámico (EI) se concibe a través de múltiples mutaciones”, advierte el profesor Francisco Barbosa. / Luis Ángel - El Espectador
“El mal llamado Estado Islámico (EI) se concibe a través de múltiples mutaciones”, advierte el profesor Francisco Barbosa. / Luis Ángel - El Espectador

El autodenominado Estado Islámico que se adjudicó la autoría de los atentados de París, ¿es producto de la guerra civil en Siria?

No. El mal llamado Estado Islámico (EI) se concibe a través de múltiples mutaciones que tienen un acendrado carácter histórico y no dependen de la actual guerra civil de Siria. Su origen se encuentra en las intervenciones coloniales de Occidente que fomentaron dictaduras en la región. Las poblaciones de esa zona se fragmentaron y con la Primavera Árabe y la guerra en Afganistán, Siria e Irak, grupos disidentes han buscado afianzarse en ciertos territorios. De ahí surge Al Qaeda y, después, ISIS.

“Occidente” es una denominación muy amplia. Francia, hoy tan golpeada por el terrorismo islamista, ¿es uno de los países responsables del caos sirio del presente?

Sí. Francia es uno de esos países, pero comparte tal responsabilidad con otros Estados colonialistas, como Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos.

Entonces, ¿es exacto que la oposición a Asad aupada por Occidente propició, en cierta forma, la conformación del EI?

Sí. La necesidad de recuperar el control de ese territorio con sus riquezas gasíferas y petroleras llevaron a Occidente a tratar por todos los medios de sacar a Asad. Sin embargo, su remedio fue peor que la enfermedad, porque fomentó a los grupos extremistas que provenían de Al Qaeda y que se unieron y fortalecieron en lo que se conoce como Estado Islámico. Este grupo, que hoy controla más de 95 mil kilómetros cuadrados, es una fuerza que aglutina el fundamentalismo, el radicalismo y el odio por Occidente. Reitero, Estado Islámico es el producto de la equivocada intervención de Occidente en la región. El temor a Irán terminó fomentando la conformación del EI.

En consecuencia, puede afirmarse, también, que el “bloque” occidental crió el cuervo que hoy le está sacando los ojos.

Sí. En 1979, Estados Unidos y sus aliados apoyaron a grupos extremistas para sacar a los soviéticos de Afganistán. Años después, los mismos “aliados” de Occidente contra los soviéticos fueron los autores del 11 de septiembre de 2001, liderados por Osama Bin Laden. En esta ocasión, fomentar a unos extremistas para sacar a Asad terminó engendrando el monstruo que atacó a Occidente a través de los demenciales ataques de París. No hay que olvidarse, de otra parte, que Arabia Saudita y Catar también han fomentado (favoreciendo la expansión del sunismo) a los extremistas de la región.

¿Estado Islámico e ISIS constituyen distintos grupos o son uno solo?

Las denominaciones ISIS y Estado Islámico (Daech, originalmente) son traducciones del nombre del mismo grupo. Se trata de fuerzas externas que llegaron a un territorio de barbarie y descontrol, vienen de las ruinas de Irak y Afganistán con fuertes componentes de Al Queda y que encontraron en Siria un territorio propicio para extenderse. Osama Bin Laden nunca pensó en la construcción de un califato; ISIS o EI es un estadio avanzado respecto de Al Queda, aunque tiene elementos comunes con ésta como su radicalismo sunita y sus acciones, y la internacionalización de su presencia e influencia en varios países, entre otros Argelia, Libia, Egipto, Nigeria, Kenia, Arabia Saudita y Catar. La diferencia está en su ansiedad territorial: Al Qaeda no tenía una guerra civil en un país como Siria e Irak para expandirse de la forma como lo ha hecho EI.

El enfrentamiento militar entre el gobernante sirio Bashar al Asad y la oposición a éste ha incidido en la degeneración de la situación regional. ¿Por qué la situación interna de Siria terminó siendo un asunto internacional?

En primer término, porque la mano de hierro de Asad impidió que otros grupos gobernaran. La falta de libertad y pluralismo fomentó la guerra que ha sido aprovechada por otros actores. La guerra civil surgió en 2011 y en desarrollo de ésta se trató de derrocarlo, sin éxito. En segundo lugar, la situación interna siria se convirtió en un rompecabezas internacional porque Estados Unidos y sus aliados europeos continuaron interpretando la región como si el mundo estuviera en tiempos de guerra fría. Recuerde que Siria es un Estado históricamente ocupado: por el imperio Otomano, hasta 1916, y por Francia hasta 1946, cuando Naciones Unidas reconoció su independencia. En ese momento y hasta hoy Siria entró en la égida de la antigua Unión Soviética, lo que explica el interés de Rusia por sus territorios.

Pero, ¿se mantiene el apoyo ruso a Al Asad o los bombardeos de su flotilla contra territorio sirio implican un cambio de las fuerzas internacionales en juego?

No. Rusia se ha mantenido en su apoyo a Asad y a Siria, un apoyo que tiene raíces históricas de convivencia. Los bombardeos rusos de estos días desde el mar Caspio se dan contra posiciones geográficas del Estado Islámico en Siria, pero no significan un ataque al gobierno. De hecho, hoy, los ataques rusos y de otros países contra el EI benefician a Asad. Y, del otro lado, el apoyo de Estados Unidos y Francia a un régimen distinto al de Asad era una apuesta por la recuperación de ese territorio y de su influencia en la región, especialmente frente a Irán.

¿Por qué Francia y París están en el centro del odio del terrorismo islamista?

Por dos razones: primera, Francia tiene más de 5 millones de musulmanes, fue uno de los grandes colonizadores de Oriente Medio y el actual territorio sirio estuvo bajo su dominación, como dijimos. Ese vínculo colonial hace que un cúmulo de ciudadanos de esta y otras excolonias se instalen en territorio francés sin que, en muchos casos, puedan ser integrados, realmente. La consecuencia es evidente: grupos de jóvenes sin arraigo y sin valor occidental alguno que se unen al extremismo del Estado Islámico. Segunda, Francia representa los valores de libertad, igualdad y fraternidad, y ha dado debates muy importantes para lograr la modernidad y el desarrollo de la cultura occidental. Ahora, la situación será distinta: la seguridad se convertirá en el eje central de la discusión política en ese país y también en el resto de Europa.

La respuesta del presidente Hollande, de decretar estado de emergencia en el cual se pueden suspender ciertas garantías democráticas y de endurecer posiciones en cuanto a refugiados y derechos es explicable, dada la situación. Pero, ¿es adecuada como solución definitiva y de largo plazo?

Es explicable, en cierto sentido. Las medidas planteadas por Hollande están consagradas en el artículo 16 de la Constitución de Francia (1958). Estas medidas deben respetar el estado de derecho y, por ende, ser proporcionales, razonadas y consideradas con los estándares de la Corte Europea de Derechos Humanos. Ahora bien, no creo que esas soluciones constituyan una respuesta adecuada y definitiva. No es convirtiendo a Francia en un Estado en guerra como se podrá salir del fango. El presidente socialista Hollande no podrá rehacer su lamentable quinquenio jugando a ser de derecha. La historia demostró que un primer ministro de la misma política socialista, Guy Mollet, en 1956, que intentó ser de derecha en la crisis de Argelia, destruyó la IV República y precipitó el regreso de Charles de Gaulle y la elaboración de la Constitución de 1958, fundadora de la V República. Por el contrario, Francia tendrá que trabajar interna y externamente su problemática actual sin perder lo que la hace grande: su alma occidental.

La política de los países europeos frente a los refugiados y su discusión sobre las “cuotas” que cada uno debería recibir, ¿es causa o consecuencia de la actual crisis de seguridad mundial?

Es consecuencia de la crisis de seguridad mundial. El despedazamiento de Irak y Siria, y la omisión internacional frente al expansionismo del Estado Islámico genera varios efectos nocivos. Uno de ellos es la crisis humanitaria que viven esos territorios. Por eso, el masivo fenómeno de refugio en Europa es “natural” y se va a incrementar.

Pero Europa es diferente después de los atentados de París: está cerrando fronteras y sus líderes políticos tienen mayor propensión a impedir la entrada de los refugiados. ¿Se incentivarán los odios y empeorará la seguridad tanto para los europeos como para los refugiados?

Sin duda. Pero ese odio se ha incrementado ya en los propios países europeos por la poca integración que han tenido generaciones de inmigrantes, Francia entre ellos.

¿Cuáles serán las libertades y derechos más afectados en Francia y resto de Europa, así como –por efecto espejo– en Estados Unidos después de los atentados y amenazas de EI?

La libertad de expresión, las garantías judiciales efectivas, la libertad personal, la libertad de conciencia y religión, y el derecho a la circulación y residencia.

Pues eso que usted pronostica parece inevitable: el gobierno francés acaba de anunciar el establecimiento de 132 puestos nuevos de frontera y lo mismo harán otros países. En la práctica, ¿está agonizando la integración europea y el acuerdo Schengen?

Sí. El acuerdo Shengen puede terminar. Vale la pena resaltar que el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, le solicitó a la Comisión Europea modificar el acuerdo Schengen en cuanto al control sistemático que se les haga a los ciudadanos europeos cuando hayan salido del territorio de la Unión y reingresen a éste. En desarrollo de esa medida se estructurará una base de datos que se conectará a Interpol. Todos los ministros aprobaron la solicitud. Francia pidió hacer controles fronterizos internos por motivos de seguridad y orden público. Esto generará un paulatino desmantelamiento de ciertos aspectos de la Unión Europea, entre ellos la libre circulación. Lo que ha sucedido durante la última semana es prueba de ello.

A Colombia le acaban de conceder la eliminación de la visa Schengen. Los nacionales que lleguen a Europa, ¿podrían ser vistos como “sospechosos” y ser, en consecuencia, víctimas de los guardias aeroportuarios y aduaneros?

En el marco de una paranoia generalizada por esta nueva dimensión geopolítica, todos los viajeros, no necesariamente los colombianos que pasen por un aeropuerto, tendrán que soportar controles de todo tipo. Recuerde que estas coyunturas son ideales para desnaturalizar los derechos civiles en aras de la seguridad.

Aunque sin confirmar, y según noticias recientes, una mujer siria que pasó por Colombia, procedente de Ecuador y que habría sobornado a los agentes del aeropuerto para que la dejaran abandonar el país con papeles falsos, sería sospechosa de tener conexiones yihadistas. Otros extremistas islamistas habrían estado en Honduras y Costa Rica. Si se confirman estas informaciones, ¿cómo se explicaría que América Latina se hubiera convertido en refugio de miembros del EI?

La laxitud de nuestros Estados en materia de controles, hace la zona propicia para este tipo de situaciones. América Latina es un territorio donde la institucionalidad es tremendamente frágil y el control estatal, en las fronteras, es débil o inexistente. Un ejemplo de lo que le estoy diciendo es lo que sucedió, recientemente, en la frontera entre Colombia y Venezuela.

En conclusión, ¿el mundo debe prepararse para una era de represión y retroceso de los derechos individuales y el actual estado de terror podría conducir a una “tercera guerra mundial” como se ha dicho?

Como señalaba Ortega y Gasset, la civilización no es otra cosa que el ensayo de reducir la fuerza a su mínima expresión. Cuando no hay institucionalidad ni derecho, la barbarie se hace presente, invirtiendo el orden de las cosas. En ese sentido, podemos anticipar un siglo que, seguramente, estará marcado por una violencia desenfrenada y en el que las reglas no existirán. En la Primera y Segunda Guerra Mundial había enemigos definidos -los Estados-. Hoy se perdió la brújula y quedamos atrapados en guerras sin enemigos visibles, bastante maleables. Este es el desafío de nuestra sociedad: convivir entre la barbarie y la civilización.

"Estado de guerra"

La declaratoria de guerra “en Francia y en Siria” que el presidente François Hollande anunció tras los atentados que dejaron 129 muertos y 300 heridos no sólo modifica las condiciones políticas, militares, económicas y sociales de su país, sino del mundo, puesto que está involucrado, en su propia seguridad, todo el mundo occidental. Esta semana fue notoria la decisión suya, del Parlamento, de los ciudadanos galos e incluso de la oposición, de apartarse de su apego a las libertades democráticas y derechos individuales para defenderse de la amenaza del grupo terrorista yihadista autodenominado Estado Islámico. El “estado de emergencia”, en la práctica, un estado de excepción contemplado en la Constitución para situaciones de grave alteración del orden, establece darles amplio poder a los controles policiales, autorización laxa a interceptación de comunicaciones, registros y detenciones sin orden judicial, y uso de la fuerza pública sin mayores explicaciones. Adicionalmente, Hollande concentrará el presupuesto y la economía en mejoramiento, concentración de armas, aviones y cazabombarderos. No sólo es una declaratoria que pretende salvar vidas y el orgullo francés. Es una guerra que involucra a otros Estados, como se demostró con los ataques aéreos a los territorios sirios ocupados por los terroristas.

Vigilancia extrema

Una de las consecuencias políticas más notables, debido a los atentados de París, es el retroceso de la unidad europea que se había construido en ese continente y mediante la cual se habían derribado los controles para el tránsito de personas y se habían eliminado los aranceles y otras barreras comerciales en el denominado acuerdo Schengen. Esta semana, los ministros de Justicia y del Interior mostraron su voluntad mayoritaria de reimplantar esos controles en las fronteras exteriores al espacio Schengen y aun en el interior de éste, incluyendo a los ciudadanos que salgan de él y que cuando pretendan reingresar se deberán someter a las requisas y la revisión de sus datos, recorridos y pertenencias. Los ministros de la Unión admitieron que sus gobiernos tenían un “déficit” de transmisión de información entre los servicios de inteligencia, después de que quedó demostrado que los terroristas pernoctaron en una, dos o tres naciones sin ser detectados. Los europeos mostraron su decisión de tener lista para 2016 una infraestructura sólida para conectar las bases informativas y escanear en forma automática los pasaportes. Se pretende contar con una comprobación sistemática de identidad de los ciudadanos. Nunca habíamos estado tan vigilados.

Por Cecilia Orozco Tascón

 

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