¿Y si Uribe no regresa al Congreso?

El expresidente y hoy senador ya ha insinuado que por su edad y la familia probablemente no busque la continuidad en el legislativo, un hecho a tener en cuenta frente al juego electoral por la Presidencia de 2018.

Hugo García Segura
16 de enero de 2017 - 07:15 p. m.
Archivo EFE
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Desde el triunfo del No en el plebiscito con que se buscaba refrendar el Acuerdo Final de paz entre el gobierno Santos y las Farc, en octubre pasado, muchos analistas e incluso dirigentes políticos ven como inminente la llegada del candidato que postule el Centro Democrático a la Presidencia de la República de 2018 a la segunda vuelta de la elección. En este sentido, reconocen que los 6’431.376 votos alcanzados no son exclusivos del uribismo, pues en realidad recogen el malestar e inconformismo de múltiples sectores -como las iglesias cristianas o parte de los conservadores-, gran parte de esa cifra puede darse como el punto de partida, lo que le asegura la pelea definitiva por el poder. Más aun cuando en la otra orilla lo que se ve por ahora es solo fragmentación.   

Además de Germán Vargas Lleras, carta de Cambio Radical, en la baraja ya aparecen Piedad Córdoba, Claudia López, Jorge Robledo, Juan Manuel Galán, Sergio Fajardo y Marta Lucía Ramírez, mientras que se siguen escuchando rumores en torno a las posibles postulaciones de Humberto de la Calle, el exprocurador Alejandro Ordóñez, Gustavo Petro, Juan Fernando Cristo, Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Pinzón, Roy Barreras, Luis Fernando Velasco y Clara López, entre otros. Eso sí, el Centro Democrático desde hace rato tiene definido a sus tres precandidatos: Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo e Iván Duque, que más allá de fortalezas y debilidades,  tienen a su favor el plus de ser las fichas del expresidente y hoy senador Álvaro Uribe, una figura que pese a las críticas y los cuestionamientos, sigue teniendo gran influencia sobre amplios sectores de la opinión pública nacional.

Pero hay un hecho que no se ha tenido en cuenta y que es clave a la hora de pensar en la puja por el poder en 2018: las elecciones para Congreso de la República, que serán dos meses y medio antes de la primera vuelta presidencial. Y la pregunta es: ¿cuál puede ser la suerte del Centro Democrático si su jefe máximo decide no postularse nuevamente? Para nadie es un secreto que las 39 curules que alcanzó la colectividad en 2014, sin duda un muy buen resultado para un novel partido, se debieron al liderazgo y arrastre del exmandatario y que de no haber sido así, muchos de quienes hoy están sentados en el Capitolio nunca habrían llegado.

Hasta el momento, Uribe no ha dicho si seguirá o no. Sin embargo, en una que otra declaración ha dado luces. Por ejemplo, en septiembre del año pasado, en entrevista para La F.M., dijo que tenía una gran deuda con su esposa y les pidió a los colombianos que perdonaran los errores que ha cometido. “Ya hay tema de edad, de compromisos de familia que probablemente hagan que yo no esté en el Congreso. Yo creo una cosa, con mis errores y dificultades yo les digo a los colombianos que me los perdonen, yo he trabajado por la patria y de buena fe (...) yo no dejé un paraíso pero el país iba mejorando. Mi deuda es con mi familia, especialmente con mi señora”, manifestó.

Incluso, en sus declaraciones expresó que aunque ha debatido arduamente con congresistas como Iván Cepeda y Jorge Robledo, del Polo Democrático y dos de sus más grandes críticos y contradictores en el Congreso, no estaría dispuesto a discutir con los jefes de las Farc, como Rodrigo Londoño, “Timochenko”, en caso de que se dé su llegada al Congreso al amparo de los acuerdos de paz de La Habana. “Yo por ahora tengo el alma preparada para discutir con el senador Robledo, no la tengo preparada para discutir con criminales”, enfatizó el expresidente.

Así las cosas, un escenario de no regreso de Uribe al Congreso podría pasarle factura al Centro Democrático y, de paso, afectar la misma candidatura presidencial de la colectividad, pues como se sabe, una vez se definen las curules en el Legislativo, desde los partidos políticos y en las regiones, senadores y representantes a la Cámara se convierten en los principales impulsores de las campañas de los aspirantes a la primera magistratura del Estado. De hecho, tras los comicios de marzo de 2014, esos 39 elegidos por el Centro Democrático fueron pilares fundamentales para la dura pelea que le dio Óscar Iván Zuluaga a Juan Manuel Santos en su reelección.

Ahora, el hecho de que Álvaro Uribe decida no lanzarse nuevamente al Legislativo tampoco quiere decir que se quedará quieto. Como él mismo lo ha dicho, es un “combatiente” de la política y fijo de pondrá al frente de la campaña de su candidato presidencial y de las listas al Senado y la Cámara de Representantes, donde tampoco se debe desconocer que hay varios que han hecho un trabajo aplicado y productivo, ganándose el reconocimiento de un amplio sector de la opinión pública, lo que da para pensar que ya tienen vuelo propio para buscar los votos que les den continuidad. 

Y otro asunto a tener en cuenta en el juego electoral que ya se abrió es que la Unidad Nacional, la coalición que hasta ahora ha respaldado las políticas del gobierno Santos, tiene los días contados, pues en la pelea por los votos, los partidos que la conforman: la U, Liberal y Cambio Radical, entran a ser rivales. Por eso es de esperar alianzas entre unos y otros, primero entre sectores afines de derecha, centro e izquierda, y luego, para la segunda vuelta, ante la necesidad de asegurar el poder. Y si hay alguien que sabe aprovechar este tipo de coyunturas es Uribe, más aún cuando en la política colombiana las colectividades no tienen problema para acomodarse bajo el árbol que más sombra da.

Por Hugo García Segura

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