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'Zonas de concentración con veeduría internacional'

El precandidato presidencial del Centro Democrático dice que la tesis de la negociación de paz en medio de las balas y las bombas no es creíble, sostenible ni aceptable para la ciudadanía.

Hugo García Segura
28 de febrero de 2013 - 10:00 p. m.
'Zonas de concentración con veeduría internacional'

Abogado de la Universidad del Cauca y máster en negocios internacionales de la Universidad Sofía-Tokio de Japón, Carlos Holmes Trujillo pertenece a una familia política tradicional del Valle del Cauca. Ha sido alcalde de Cali, miembro de la Constituyente, ministro del Interior y de Educación, comisionado de Paz y embajador de Colombia ante la OEA y varios estados.

Buen orador y hombre también curtido en el seno parlamentario, hoy es precandidato presidencial del Centro Democrático, siendo una de las personas más cercanas al expresidente Álvaro Uribe. En diálogo con El Espectador, dice que quiere alimentar la reflexión sobre la situación actual del país y asegura que ni el Gobierno ni las Farc están hablando el mismo lenguaje en La Habana y que ante los compromisos internacionales de Colombia, la negociación no sólo debe ser política sino también jurídica.

¿Usted es de los que creen que el presidente Santos traicionó las banderas del uribismo?

Soy de los que creen que desconoció en materias sustanciales el mandato que recibió de más de nueve millones de colombianos, que fue el de continuar exigiéndoles a las Farc la cesación de las acciones criminales como condición inamovible para poner en marcha un proceso de conversaciones. Pero Santos aceptó la tesis de la negociación en medio de las balas y las bombas, que no es creíble, ni sostenible, ni la acepta la ciudadanía.

O sea, el error es conversar sin que las Farc cesen sus ataques...

No veo viable en las circunstancias actuales, ni conforme a las enseñanzas históricas, un proceso en medio de las balas y las bombas. Además, creo que el llamado Marco Legal para la Paz tiene el problema de que no responde integralmente a las obligaciones internacionales del Estado colombiano.

¿Quiere decir que la negociación no debe ser sólo política sino también jurídica?

Así es, Colombia adquirió unos compromisos cuando suscribió el Estatuto de Roma, y ningún acuerdo que se haga hipotéticamente con las Farc —que no contemple integralmente esos compromisos— será sostenible jurídicamente, y por lo tanto tampoco lo será políticamente.

¿Por qué ha dicho que el Gobierno y las Farc no hablan el mismo lenguaje en La Habana?

Porque el Gobierno dice que está conversando para poner fin al conflicto, es decir, que las Farc dejen de echar bala y vengan a echar discursos, mientras la guerrilla dice que están en una mesa de diálogo para la paz, con lo cual quieren decir que quieren cambiar todo el país —económica, social y políticamente—, porque eso es lo que conduciría a la paz. El Gobierno habla de una agenda de cinco puntos y las Farc dicen que el preámbulo permite hablar de todo y que la agenda no es estática. El Gobierno dice que el avance de las negociaciones no se puede medir en años sino en meses y las Farc dicen que no se le puede poner tiempos fatales a la paz. Las visiones son muy distintas.

Entonces, ¿el Gobierno debe levantarse de la mesa?

Lo que le pedimos al Gobierno es que les exija a las Farc la cesación de las acciones criminales como condición para seguir hablando.

¿En qué consiste su propuesta de que la guerrilla esté en puntos de concentración con veeduría internacional?

Lo que digo es que si se llega a un punto en el cual se logra la cesación de las acciones criminales, habría que pensar en zonas de concentración con veeduría internacional.

¿Eso no es como volver a la zona de distensión del Caguán?

De ninguna manera. Serían espacios en los que estaría la guerrilla y se acudiría al apoyo y a la cooperación internacional, lo cual permitiría identificar, dentro de un proceso de conversaciones, acuerdos viables y sostenibles.

¿Por qué ha dicho que al debate político le falta profundidad?

Es que debemos hacer debates de más fondo y mirar integralmente los temas, no analizar sólo la coyuntura. Yo quiero participar en este proceso para contribuir a que haya una reflexión sobre los asuntos que sí le interesan al país.

Y además de la paz, ¿qué asuntos cree que son los que interesan?

La seguridad es de gran preocupación porque se está deteriorando. El tema de la desindustrialización del país tenemos que avocarlo. La reforma educativa debe hacerse, así como las de la justicia y la salud. Es indispensable una gran cruzada contra la corrupción, así como la consolidación de la descentralización del país.

¿Qué les responde a quienes los califican como “viudos del poder”?

Aquí lo que hay son cosas de fondo. Nosotros queremos contribuir con ideas a que haya una gran reflexión para que los colombianos tomen una decisión en 2014: o seguir por los caminos que ha señalado Santos o retomar el rumbo de las administraciones de Uribe.

¿Y los que los llaman a ustedes, los que están alrededor de Uribe, titiriteros y oportunistas?

No le voy a parar bolas a eso.

¿A quién cree que va enfrentar el uribismo en 2014?

Sin duda creo que al presidente Santos. Estoy convencido de que va a aspirar a la reelección.

¿Reelección que está ligada al futuro del proceso de paz?

Claro, lo que suceda con la paz tendrá mucho que ver; lo que pasa es que el presidente Santos dejó todas las puertas abiertas: cuando presentó el proceso, dijo que si las cosas no caminaban, se paraba de la mesa. Si hay un acuerdo o si no lo hay, se creará una situación que desde el punto de vista político se tendrá que mirar en la perspectiva de que el candidato será él.

Por cierto, ¿cómo se va a escoger el candidato del Centro Democrático?

No nos hemos sentado a tocar ese asunto, pero mi opinión es que debe ser escogido en consulta interna que coincida con las elecciones de Congreso.

Entonces la presencia del expresidente Uribe como cabeza de lista al Senado es fundamental...

Absolutamente, diría que es la columna vertebral del proyecto político de Centro Democrático.

¿Y será que va?

Es difícil anticiparse, pero es lo que todos queremos.

¿Y si decide que no?

Se crearían unas circunstancias completamente distintas que no serían, en un principio, tan favorables como lo deseamos.

Por Hugo García Segura

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