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Aceite de argán: el precio de la belleza

Los beneficios del aceite marroquí, producido por las mujeres bereberes del norte de África, es hoy una revolución en el mundo de la cosmética y belleza. Sin embargo, su uso excesivo y la deforestación están amenazando su producción y el trabajo de las personas encargadas de extraer el producto.

Redacción Salud
03 de mayo de 2015 - 04:15 p. m.

Según la tradición de Marruecos, el aceite de argán es utilizado para tratar ciertas dolencias como la resequedad en la piel, el acné, las arrugas y el dolor en las articulaciones. Además, cuando el producto es utilizado tostado, se convierte en un ingrediente en la cocina con beneficios para la salud pues ayuda a reducir el colesterol y el dolor causado por la artritis. Hoy en día, esta tradición ha llegado a otros países pero sus consumidores lo compran en elegantes empaques con el sello de grandes empresas.

Para conseguir el aceite, su producción es enteramente manual: primero hay que recoger los frutos del árbol y secarlos para extraer la pepa. El siguiente paso es romperla para extraer unos granos que, al presionarlos contra una superficie dura, liberan el preciado aceite que se vende como una pasta o crema. Pero en este proceso, nada se desperdicia: la pulpa que sobra es reciclada como comida para los animales y la cáscara es utilizada en otro proceso como gasolina.

Este trabajo ha empoderado a las mujeres del norte de África, conocidas como las bereberes, que antes dependían del trabajo de sus maridos o hermanos para completar el proceso de venta del aceite. Ahora, con el auge de este producto, pequeñas cooperativas de mujeres han aparecido en la región y con su trabajo, están recibiendo un salario y han mejorado su situación social.

Esto lo cuenta la periodista de The Guardian, Josephine Moulds, quien explica que el trabajo de la empresa de cosméticos L’Oréal en Marruecos, con seis organizaciones de mujeres, ha resultado en el fortalecimiento de la responsabilidad social de la cadena de producción del aceite de argán. “Además del acceso a educación y a un sistema de salud, las cooperativas también les da a las mujeres una oportunidad de ganar dinero”, explica Moulds.

Para el profesor de la Universidad Mohammed V-Agadal en Rabat (Marruecos), Zoubida Charrouf, el hecho de que las mujeres tengan un salario les da la oportunidad de decidir cómo gastar sus ingresos y esto cambia su estatus dentro de la familia. “Las muejres rcuperan la capacidad de decidir, de manejar sus salarios y de invertir en el futuro al enviar a sus hijos al colegio”, añade Charrouf.

Sin embargo, el aceite de argán y las mujeres que lo producen, tienen varios enemigos. El primero es la falta de concientización de la comunidad que corta los árboles para conseguir madera para fuego o materiales de construcción, a pesar de que la Unesco declarara al bosque de árboles de argán como una Reserva de la Biósfera en 1998.

Por otra parte, la falta de educación y de herramientas para la producción local del aceite, pone en riesgo a las cooperativas de mujeres que deben competir con industrias mucho más grandes y poderosas por la alta demanda del producto. “Es necesario mucho entrenamiento. Si ellas están bien entrenadas, todo funciona. Pero si no lo están, terminan utilizadas por los esposos o padres de los presidentes de las cooperativas, y en este caso los beneficios son muy pocos”, agrega el profesor Charrouf.

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Por Redacción Salud

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