Bicarbonato de sodio, ¿una forma económica de combatir las enfermedades autoinmunes?

Una dosis diaria de bicarbonato de sodio podría ayudar a reducir la inflamación destructiva de enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide según un grupo de científicos norteamericanos.

Redacción VIVIR
13 de mayo de 2018 - 05:30 p. m.
Pixabay.
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Una investigación financiada por los Institutos Nacionales de Salud, conducida por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Augusta y publicada en el Journal of Immunology plantea un inesperado tratamiento complementario para los pacientes que sufren enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide: consumir una dosis diaria de bicarbonato de sodio.

La investigación no es concluyente y se necesitan más evaluaciones, pero es la primera en aportar indiciones positivos del papel que podría tener el popular y barato antiácido, que se vende sin receta en todas las farmacias, en reducir la inflamación y controlar los síntomas de  estas enfermedades.

Los científicos, como lo reportó el portal SciendeDaily, creen que la explicación detrás de este inesperado efeto del bicarbonato de sodio se debe a que al entrar al estómago desencadena una respuesta de las células mesoteliales encargadas de monitorear lo que sucede en el intestino y avisar a los órganos inmunológicos si es o no necesaria una respuesta inmunológica.

En el bazo, así como en la sangre y los riñones, los científicos encontraron que después de beber agua con bicarbonato de sodio durante dos semanas, la población de células inmunitarias llamadas macrófagos cambió de aquellos que promueven la inflamación, llamados M1, a aquellos que la reducen, llamada M2. Los macrófagos, mejor conocidos por su capacidad de consumir basura en el cuerpo como desechos de células lesionadas o muertas, son los primeros en recurrir a una respuesta inmune.

"El cambio del perfil inflamatorio al antiinflamatorio está sucediendo en todas partes", explicó a medios de comunicación Paul O'Connor, fisiólogo renal en el Departamento de Fisiología en la Universidad de Augusta y del estudio. "Lo vimos en los riñones, lo vimos en el bazo, ahora lo vemos en la sangre periférica".

Por tratarse de un compuesto relativamente barato, popular y con pocos riesgos para la salud, O´Connor y sus colaboradores creen que tendría gran potencial de ser integrado en el manejo de pacientes con enfermedades autoinmunes.

 

Por Redacción VIVIR

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