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La comida casera no pasa la prueba de la nutrición

Un estudio en Estados Unidos encontró que la comida que los estudiantes levan de la casa es menos nutritiva que la que dan en los colegios.

NY Times
27 de diciembre de 2014 - 03:51 p. m.
La comida casera no pasa la prueba de la nutrición

Muchos padres de familia creen sin lugar a dudas que están haciendo los mejor por sus hijos al hacer que lleven el almuerzo desde casa, en vez de comer almuerzos servidos en la escuela. Sin embargo, estudios recientes demuestran que ellos se equivocan.

Los almuerzos empacados en casa, demostró la investigación, probablemente sean considerablemente menos nutritivos que las comidas ofrecidas en escuelas que se rigen por normas actuales de nutrición para el Programa Nacional de Almuerzo Escolar.

Ese programa, de manera inquietante, está siendo atacado cada vez más. Los requisitos de menos sal y solo granos enteros ya fueron anulados en la ley federal de gasto que se aprobó al final en el Senado de EU, este 13 de diciembre.

Sin embargo, el programa no debe seguir siendo socavado y más escuelas deberían ser alentadas a participar. Casi 32 millones de los más de 50 millones de niños en escuelas públicas de educación primaria y secundaria en EU comen almuerzos escolares, en su mayoría suministrados a través del programa. Para alrededor de 60 por ciento de esos niños, la mitad o más de sus calorías diarias son consumidas en el almuerzo.

Esos números, a la par de los recientes hallazgos sobre comidas traídas de casa, hacen que el contenido de almuerzos servidos en la escuela sea importante en particular para la salud de los niños de Estados Unidos, ahora y en el futuro.

Un estudio conducido en 12 escuelas primarias y secundarias de Houston arrojó que, comparado con lo que se sirve en la escuela, los almuerzos traídos de casa contenían menos porciones de fruta, vegetales, granos enteros y leche que lo estipulado por el programa nacional.

Los almuerzos empacados también contenían más postres, papas fritas y bebidas endulzadas no-lácteas, nada de lo cual pueden servir las escuelas que participan en el programa federal. “Alrededor de 90 por ciento de los almuerzos provenientes de casa contenían postres, papitas fritas y bebidas endulzadas”, arrojó el estudio.

Además de lo anterior, arrojó que contrariamente a las quejas generalizadas de personal de servicio de comidas, no ha aumentado la comida que desperdician los niños que comen almuerzos escolares desde que entraron en vigor cambios a la norma, en 2012. Alrededor del mismo porcentaje de alimentos no fue comido y se desechó que el año previo.

Un segundo estudio, entre niños de preescolar y jardín de niños en cuatro escuelas en la Virginia rural, dio como resultado que calorías, grasa, grasa saturada y azúcar eran considerablemente más altos y la proteína, fibra y calcio eran considerablemente más bajos en almuerzos traídos de casa que en las comidas servidas en la escuela.

Un tercer estudio analizó selección de comida y desperdicio en el plato por parte de niños de primaria y secundaria en cuatro escuelas de un distrito escolar urbano de bajos ingresos antes y después de la introducción de las nuevas normas alimentarias. Juliana F.W. Cohen y coautores no encontraron aumento alguno en desperdicios y una selección y consumo considerablemente mayores de vegetales y fruta de los menús mejorados.

“Estos resultados sugieren que las nuevas normas para comidas escolares han mejorado la calidad general de la dieta de los estudiantes”, escribieron. "La legislación para debilitar las normas no está garantizada.

Antes del año escolar de 2012-2013, un almuerzo escolar tenía que ofrecer media taza de fruta y vegetales combinados (no se especificaba variedad), 1 taza de leche de cualquier tipo, 1 onza de granos de cualquier tipo (cuando menos 8 a 15 onzas por semana) y 1 { a 2 onzas de carne o alternativa a la carne (cuando menos 7 { a 15 onzas por semana).

El presente programa requiere { a 1 taza de fruta, } a 1 taza de vegetales, 1 taza de leche 1 por ciento o exenta de grasa (si es endulzada, solo libre de grasa), 1 a 2 onzas de granos (la mitad de lo cual son granos enteros, hasta un máximo de 9 a 12 onzas por semana), y de 1 a 2 onzas de carne o una alternativa a la carne (hasta un máximo de 10 a 12 onzas por semana). Se debe servir una variedad de vegetales - no solo papas - y los niños deben elegir al menos tres de estas opciones cada día, incluyendo al menos una fruta o vegetal.

Estas mejorías en el valor nutricional de almuerzos servidos en escuelas elegibles para reembolso federal siguieron a la aprobación en el Congreso de la Ley de Niños saludables y exentos de hambre de 2010. Esta ley fue impulsada por hallazgos impactantes en 2008 por parte de expertos de nutrición infantil, quienes estudiaron el contenido de almuerzos escolares por el Instituto de Medicina.

Como informó la Dra. Jennifer A. Woo Baidal y la Dra. Elsie M. Taveras en noviembre en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, los 14 expertos descubrieron los “niños comían notoriamente pocos frutos y vegetales, con escasa variedad”.

“Las papas representaban un tercio del consumo de vegetales. El consumo de granos refinados era alto”, agregaron. “Casi 80 por ciento de los niños consumía más grasa saturada de lo recomendado, en tanto el consumo de sodio era excesivo en todos los grupos de edades”.

Quizá lo más inquietante era que “los niños comían más de 500 calorías adicionales e grasas solidas y azucares añadidos por día”, informaron los médicos.
Pudiera no ser fácil convencer a los niños de que coman lo que es bueno para ellos, pero existen estrategias que pueden ayudar.

Karen W. Cullen, catedrática de pediatría y nutrición por el Colegio de Medicina de Baylor, sugirió que los padres de familia aprendan más sobre la preparación de almuerzos saludables (un buen sitio para empezar es choosemyplate.gov), lleve de compras a sus hijos, déjelos escoger vegetales y que intenten ayudar en su preparación en casa.

“Los niño son adaptables y necesitan a veces exposiciones repetidas a nuevos alimentos”, dijo Cohen. “Si se suficiente oportunidad, ellos pueden aprender a disfrutarlos”.

“Si usted solo expone a los niños a nuggets de pollo y papas a la francesa, eso es lo que les gustará comer”, destacó Baidal. “Las escuelas pueden ayudar dándoles nombres creativos a comidas y presentándolas en formas divertidas. El personal de servicio de alimentos puede impulsar a los menores a que prueben alimentos diferentes cuando pasen por la línea”.

En el aula, se puede incorporar alimentos nutritivos a lecciones de matemáticas, ciencia y artes lingüísticas, para servirlos después en el comedor. Es más probable que la gente elija y coma alimentos que son familiares.
 

Por NY Times

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