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Desobediencia, la estrategia para ser feliz

El psicólogo Walter Riso reunió diez ideas para combatir los mandatos de perfección que hemos aceptado desde niños.

Redacción Salud
04 de octubre de 2015 - 02:33 a. m.
Walter Riso es presidente honorario de la Sociedad Colombiana de Terapia Cognitiva. / Cortesía
Walter Riso es presidente honorario de la Sociedad Colombiana de Terapia Cognitiva. / Cortesía

Después de más de 30 años de consultas, el psicólogo Walter Riso, presidente honorario de la Sociedad Colombiana de Terapia Cognitiva, llegó a una conclusión: somos infelices, porque estamos buscando ser perfectos en todo lo que hacemos. Así, bajo esta paradoja, reunió diez ideas para combatir los mandatos de perfección que hemos aceptado desde niños y las reunió en su último libro, Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz.

¿Cuál fue la motivación del libro?

Hay una profesional y otra personal. La primera fue de una paciente que lo que hacía era sentirse muy mal y estresada, porque quería ser excelente y perfecta en todo. Luego tuve más pacientes similares. Lo personal es que a mí se me exigía en mi casa, por ejemplo, ser un Don Juan con las chiquitas, pero era muy tímido. O que no le tuviera miedo a las cucarachas y les tenía pavor. Si sacaba un 9, me preguntaban: ¿por qué no un 10? Entonces veo que cuando uno quiere ser superperfecto, termina siendo infeliz.

¿Qué son mandatos irracionales y premisas liberadoras?

Los mandatos irracionales se inculcan desde la niñez. Que tenemos que compararnos con los mejores. En vez de decir “quiero ser mejor”, nos enseñan a pensar “tengo que ser el mejor”, entonces uno se pone una meta inalcanzable y nos van enseñando a autocastigarnos. Son piedras enormes que vamos metiendo en una mochila y la carga se vuelve demasiado pesada. Después, cuando uno va tomando conciencia, se da cuenta de que eso lo hace sentir mal, está presionado y obligado a hacer cosas. Uno dice, “yo me quiero liberar de esto”, ahí empieza a gestarse lo que llamamos el proceso mental de combatir y resistir. Esas son las premisas liberadoras.

¿Cómo se logra esa desobediencia?

Hay técnicas y estrategias que permiten ver lo peligroso que es seguir así. Por ejemplo, si nos dijeron que tenemos que maltratarnos o castigarnos porque para salir adelante hay que ser duro y sacarse callos, esa desobediencia viene aprendiendo a no insultarnos. A no ponerse etiquetas. No es lo mismo decir “me comporté estúpidamente” a “soy un estúpido”. Cuando se comete un error, esas fallas no se deben generalizar. Si se va internalizando esto, uno se indigna y se convierte en rebelde.

¿Ese es el realismo cognitivo del que se habla en el libro?

Sí. El realismo cognitivo es una forma de pensar ideal. La gente pesimista sesga la información negativamente y la gente optimista lo hace positivamente. Lo ideal es tener una actitud realista, ver las cosas como son. Claro, con una dosis considerable de optimismo, pero no de uno ciego.

Una de las premisas que presenta el libro es la de permitirse estar triste.

Se ha descubierto que la tristeza es reparadora y distinta a la depresión, sólo que la confundimos. La tristeza repara porque da tiempo para penar, capacidad de resolver problemas y la posibilidad de que el organismo pueda renovar energía de forma metabólica y biológica. La depresión no es así, dura mucho más, es destructiva y afecta todas las áreas. La depresión hay que combatirla, porque no sirve para nada, mientras la tristeza hay que dejarla estar 15 días, que nos renueve y se vaya, porque es una emoción biológica.

Hay dos premisas que juegan con el tiempo, “una culpa que nos ata al pasado y una obsesión por el futuro”. ¿Cómo funcionan?

La culpa es otra emoción que no se necesita, porque tiene que ver con el masoquismo moral de que si uno no se siente culpable es malo. Una cosa absurda. La culpa te lleva al pasado y te mantiene allá, donde está la depresión. En el futuro, por su parte, está la ansiedad, que hay una buena, racional, que busca anticipar lo que se puede, y una destructiva, obsesiva, que tiene que ver con la desesperación de pensar en una situación catastrófica. Lo que hay que hacer es cambiar la culpa por la responsabilidad y la ansiedad obsesiva por una racional.

 

Por Redacción Salud

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