El reto de formar médicos especialistas en Colombia

Para el director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, en el país “se tiene la mala costumbre de que todos los que nos enfermamos queremos ir donde el especialista”.

José Ignacio Zapata, director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt
29 de octubre de 2013 - 09:17 a. m.
José Ignacio Zapata, director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt. / Andrés Torres
José Ignacio Zapata, director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt. / Andrés Torres

Con motivo del trámite de aprobación de la Reforma a la Salud propuesta por el gobierno, se ha reavivado la discusión en el sector de la prestación de servicios de salud en relación con la oferta, la formación y la función de los médicos especialistas en el país.

El hecho es que se presenta un déficit de médicos especialistas, generando quejas de los pacientes por la dificultad de acceso a sus consultas y aumentando costos para el sistema de salud. Una de las causas de ese faltante se relaciona con el uso inadecuado de estos profesionales por parte de los pacientes.

En Colombia se tiene la mala costumbre de que todos los que nos enfermamos queremos ir donde el especialista porque no queremos pasar por el médico general. El “mercado” ha migrado hacia un modelo que privilegia las consultas con especialistas, pues es lo que más renta proporciona, generando así incentivos equivocados a la comunidad médica y a los pacientes.

La educación y formación de los médicos generales y las estructuras operativas de los hospitales han limitado la función de la atención primaria en salud, que podría estar en capacidad de resolver las enfermedades básicas y que a su vez corresponden al 80% de las consultas Es por esta razón que los pacientes no reciben una solución de parte de estos profesionales y los utilizan como medio de acceso a los especialistas, convirtiéndolos en poco más que intermediarios.

Para recuperar la fortaleza de los médicos de atención básica y los médicos especializados en medicina familiar se requiere de un cambio de paradigmas tanto en el modelo de formación en las universidades, como en el modelo de remuneración de los médicos generales. A su vez, es necesario modificar la cultura de nuestros usuarios, cambiando la concepción de que siempre se requiere un especialista.

Ante la necesidad de optimizar la operación del sector salud desde una perspectiva financiera, invertir en un nuevo modelo de educación, así como empoderar y motivar muchos más médicos generales, resulta más económico y eficiente.

Pero la problemática de los especialistas también tiene su origen en el modelo de educación que actualmente se utiliza en la formación en especialidades médicas.

Colombia es uno de los países en el mundo en los que la formación de posgrado en educación médica depende de las universidades y no de los hospitales universitarios y en el que la oferta de cupos no atiende análisis serios sobre las necesidades del sistema. Además, en nuestro país, los procesos de selección de estudiantes postulados no se basan siempre en sus calificaciones y competencias médicas, y los estudiantes deben pagar por acceder a su educación como especialistas.

En el mundo se utilizan varios modelos en relación con estos temas de los cuales vale la pena rescatar las siguientes características:

Como primera medida, es necesario ofrecer los cupos de educación que el sistema de salud necesita en relación con la demanda de servicios. Actualmente los cupos son solicitados por las universidades y hospitales universitarios y asignados en forma tardía por los ministerios de salud y educación sin el uso de criterios técnicos. Por lo anterior, los cupos ofrecidos muchas veces son controlados por otras variables y los de especialidades que están en déficit no se ofrecen de manera oportuna.

Por otra parte, es necesario eliminar las barreras al acceso a la formación médica especializada. En la actualidad, con el modelo de costos de las especializaciones y el negocio en el que se han constituido, el mercado utiliza un sistema en el que no siempre acceden los mejores estudiantes sino los que tienen más recursos. A esta situación se suman los filtros de selección de las universidades que ofrecen los programas. .

Existen experiencias positivas para evaluar, como la de establecer una entidad central que determine los cupos para estudios en las especialidades que el sector necesita, y convoque a los interesados en aplicar a estudiar una especialidad para asignarlos de manera unificada. A través de un estudio técnico, esta entidad determina qué capacidad y necesidad tiene el sistema de educar a médicos en cada especialidad específica y define qué cantidad de cupos y qué entidades pueden ofrecer programas de formación.

Por otra parte, para regular el acceso, se debe invitar a los interesados en cada especialidad a presentar unas pruebas unificadas y, según el rendimiento en las mismas, el mejor calificado podrá escoger la institución en la que quiere estudiar,repitiendo el proceso hasta agotar los cupos. De esta manera se asegura que los médicos más competentes serán quienes accedan a los programas de especialización.

Utilizando este modelo se regula la oferta y acceso, pero es necesario también resolver el tema de los costos. La participación del estado es fundamental para cubrir principalmente rubros generalmente relacionados con la estructura académica provista por las universidades. El estado podría ofrecer créditos blandos a los estudiantes mejor calificados, incluso fomentando, con condiciones financieras más favorables, a quienes estudien las especialidades en déficit.

Por su parte, la vinculación más activa de los hospitales universitarios certificados en el proceso educativo permitiría que los servicios de los médicos en formación, que ya son profesionales de la salud de un excelente nivel, puedan ser remunerados, generando beneficios al estudiante y al hospital.

El análisis y definición de un nuevo modelo es un reto importante para el sector y para el país. Los hospitales universitarios, las universidades y la institucionalidad del sector salud y educación, en conjunto, deben garantizar que los mejores estudiantes accedan a educación de alta calidad, en entidades certificadas, para promover que cada vez más pacientes reciban el servicio y la atención que requieren.

Por José Ignacio Zapata, director del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt

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