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El sueño de recrear el cerebro humano recibe un baño de realismo

El megaproyecto europeo de 1.000 millones deberá reformarse por completo tras dos severos informes que critican sus "expectativas poco realistas".

Javier Salas / El País
03 de abril de 2015 - 02:08 a. m.

Tenía que ser como el programa Apolo que llevó a la humanidad a la Luna, un resorte para impulsar la ciencia que lograra emocionar a la ciudadanía, pero se ha convertido en un quebradero de cabeza para Bruselas. Cuando apenas ha empezado a andar, el Human Brain Project (Proyecto Cerebro Humano, HBP), que prometía simular mediante supercomputación toda la complejidad del cerebro humano, ha recibido un severo baño de realismo. Después de que cientos de neurocientíficos se alzaran en armas contra el diseño del megaproyecto —1.000 millones en 10 años—, dos informes han señalado las carencias de una apuesta titánica que entusiasmó más a los políticos que a los científicos. El proyecto debe reformularse de arriba abajo.

El HBP convenció a la Comisión Europea para ser uno de los dos buques insignia (junto al grafeno) de la ciencia durante una década —Ciencia más allá de la ficción se llamaba el concurso—, para obtener todo el apoyo económico, político y científico que fuera posible. En aquellos días, a comienzos de 2013, el ambicioso plan era fácil de resumir: al cabo de diez años, podríamos disfrutar de un cerebro humano, en toda su inabarcable y misteriosa complejidad, recreado con los supercomputadores más potentes y eficientes diseñados hasta la fecha. Un hito que nos llevaría a una nueva era de la informática y que acercaría la cura de importantes enfermedades mentales.

'El HBP aborda unos objetivos muy ambiciosos a largo plazo, que no se pueden conseguir en el plazo previsto y con los recursos financieros disponibles', zanja el informe recién presentado por un grupo de expertos, propios y ajenos al proyecto, que pretendía supervisar de forma independiente su situación real. Las conclusiones de estos mediadores son un gran chasco para aquellos que esperaban resultados de ciencia ficción: 'Los pronunciamientos de los responsables del HBP y la Comisión Europea exageraron los objetivos y los posibles logros'. Los expertos aseguran que se suscitaron expectativas poco realistas, como herramientas para la simulación predictiva del cerebro humano que permitieran la comprensión de sus funciones o el diagnóstico y tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. 'Esto dio lugar a una pérdida de credibilidad científica del HBP', critican los mediadores.

Este informe se encargó después de que varios centenares de neurocientíficos europeos escribieran en verano una dura carta a la Comisión en la que reclamaban cambios dramáticos en los objetivos y la gobernanza del HBP, con la amenaza de boicotear sus progresos en caso de ser ignorados. 'Estas conclusiones vienen a confirmar que teníamos razón', defiende satisfecho Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencias. Lerma fue uno de los impulsores de aquella carta y también uno de los científicos que apoyaban el germen del HBP.

Uno de los principales problemas surgidos en este tiempo ha sido la forma de gestionar el proyecto, con una estructura piramidal y opaca, dirigida por un triunvirato que actuaba como juez y parte, repartiendo fondos y dirigiendo los grupos que los recibían: 'La gestión y coordinación del proyecto científico no se realiza con el suficiente rigor', sentencia el informe de los mediadores, para señalar después que las tareas están mal definidas, que los grupos están mal comunicados y que la asignación de presupuestos es 'poco coherente y transparente'. La financiación de la Comisión pasó de ser 100 millones anuales a 50 anuales más otros 50 que debían conseguirse de los gobiernos nacionales.
Un CERN para el cerebro

Además, el informe de evaluación de la Comisión, planeado para este momento de arranque del proyecto, coincide en casi todos los tirones de orejas con el de los mediadores. 'Los procesos de gobierno y toma de decisiones necesitan cambios para asegurar que son sencillos, justos y transparentes', afirma, para hablar más adelante de 'expectativas poco realistas'.

Como recuerda Lerma, la dirección del HBP ya se ha 'descabalgado', un mes antes de la publicación del informe, como respuesta a las muchas críticas. Encima de la mesa está la creación de un gran organismo europeo de investigación del cerebro, como el CERN en física, para coordinar el proyecto (y otros futuros). Además, el HBP ha hecho suyas las conclusiones de los mediadores, como asegura el español Javier de Felipe, director de una de las ramas del proyecto. 'Hemos aceptado los cambios planteados tras discutirlo internamente. Asumimos las recomendaciones y ya se ha cambiado la dirección'.

Y añade: 'En gran parte se debe a problemas de comunicación, al levantar expectativas excesivas cuando esto se trata de estudiar mejor el cerebro y sus enfermedades, y de llevar ese conocimiento a la mejora de la computación. No era realista lo planteado a 10 años vista', asegura De Felipe, investigador del Instituto Ramón y Cajal. 'Es frustrante', lamenta, 'que todo lo que recibamos son críticas y que no se haga énfasis en todo lo que se ha conseguido con cientos de laboratorios implicados'. El neurocientífico atiende por teléfono desde Londres donde están reunidos para coordinar cómo hacer modelos con los datos que se están generando.

Los problemas no son solo de gobernanza: hay pegas de mucho contenido científico, como la decisión de dejar fuera a la rama cognitiva de la neurociencia, que estudia el proceso mental de procesamiento de la información, o evitar investigar en animales intermedios (roedores y primates no humanos) antes de aventurarse a reconstruir el cerebro humano, el más complejo que existe. 'Están tratando de cambiar por completo el rumbo de un trasatlántico, es difícil pero no imposible', sugiere Miguel Maravall, investigador del CSIC y otro de los firmantes de la carta a la Comisión. 'En Bruselas se dejaron llevar por el entusiasmo en su apuesta por proyectos arriesgados, locos, estimulantes', explica Maravall, 'luego llegaron las matizaciones'.

La evidencia última es que la neurociencia está todavía en una fase demasiado preliminar del cerebro humano como para plantear objetivos tan ambiciosos como entender por completo su funcionamiento en una década. 'Estamos a mucha distancia de otras disciplinas, el conocimiento del cerebro no es como el del cáncer, por ejemplo', explica Lerma. 'No se está descafeinando el proyecto, es simplemente poner los pies en el suelo. No se puede ir a la Luna si no se tienen los equipos necesarios. Ellos estaban planteando llegar a la Luna con la tecnología de hace 70 años'.

Por Javier Salas / El País

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