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Cómo enfrentar la soledad luego de decirle adiós al amor de la vida

Nunca se está preparado para vivir una de las frases más famosas y tristes del altar: “Hasta que la muerte los separe”. El acompañamiento de hijos y nietos es vital para salir adelante y reinventarse una nueva rutina sin ella.

Redacción Especiales
25 de agosto de 2016 - 06:00 p. m.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida en Colombia es de 75 años (79 para mujeres y 72 para hombres). / iStock
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida en Colombia es de 75 años (79 para mujeres y 72 para hombres). / iStock

A pesar de que forma parte del ciclo natural de la vida, la muerte del papá o la mamá es una pérdida para la que nadie está preparado. No importa la edad o el motivo, nunca se está listo para decirles adiós a quienes nos dieron vida como fruto de su amor y mucho menos para despedir a esa persona con la que juramos estar “hasta que la muerte nos separe”.

Allí estaba, de pie, con la mirada perdida y un gesto inexpresivo. Claudia se despedía del hombre con el que caminó de la mano por 49 años, mientras una fila de amigos y familiares se turnaban para abrazarla y decirle cuánto lo sentían. A sus 69 años, recuerda que se casó con Alfonso cuando tenía 20, compraron una casa en el centro de Bogotá y el vacío de las habitaciones se llenó con cuatro hijos que vieron crecer y partir cuando llegó el momento.

Nuevamente solos, Claudia y Alfonso construyeron juntos una rutina y vieron pasar su vida hasta hoy, que partió uno de los dos.

Claudia inicia una nueva vida. Hijos y nietos se convierten en los pilares en los que se apoyará para seguir en pie y no dejarse vencer por el dolor. La casa del centro, llena de recuerdos, se siente vacía; las caminatas diarias de las 7 de la mañana y los domingos de misa no son los mismos porque están incompletos; Alfonso se ha ido.

“El luto de la pareja es muy diferente al de los hijos, nietos o hermanos, en especial cuando estamos en una edad avanzada. Son muchos años siendo el complemento de otra persona y, cuando no está, habrá un hueco que ni siquiera el tiempo logrará llenar. La vida de una persona está basada en rutinas, y una pérdida tan significativa afecta en todos los campos. La soledad es el peor enemigo de los abuelitos”, indicó Margarita Martelo, psicóloga especializada en duelo.

Según Martelo, el luto se vive de diferentes maneras, pero constantemente la primera respuesta de los abuelos es mostrarse fuertes, autosuficientes e individuales por su deseo de no convertirse en una carga. Uno de los errores más recurrentes de la familia es creer en esta aparente fortaleza y dejar que viva su luto en soledad, rodeado de recuerdos que afectan su ánimo y bienestar.

Alejarlo de la casa donde vivió durante los últimos años con su pareja es una de las recomendaciones de los expertos. Durante el luto, los recuerdos se transforman rápidamente en dolor y truncan el proceso de construir una nueva rutina. La mejor opción es que viva durante unos meses en casa de alguno de sus hijos, ojalá, quien pueda dedicarle el mayor tiempo posible.

“Muchos abuelitos son tercos y no evidencian su dolor. Dejarlos solos en casa es el peor error porque la depresión siempre estará tocando a la puerta. Una vez pase el tiempo, se asimile la pérdida y la herida cierre un poco podrá regresar y hacerles frente a sus recuerdos. No importa cuánto tiempo esté lejos de sus cosas, reencontrarse con su vida cotidiana siempre será un duro golpe para sus emociones, pero esta es una tarea a la que debe hacerle frente tarde o temprano”, manifestó Martelo.

La mejor terapia son sus nietos. La inocencia de los niños se convierte en un distractor que le demuestra que la vida continúa más allá del dolor, y que su experiencia será vital en la crianza y el crecimiento del pequeño. Los abuelos son los pilares fundamentales de la familia y a falta de uno, el otro debe ser más fuerte para sostener la estructura del hogar.

Las casas de retiro no son una buena idea, pues en estos centros pueden profundizar su depresión por sentirse alejados de su familia y posesiones en un espacio nuevo. Estas instituciones cuentan con profesionales que están especializadas en trato a la tercera edad, pero la decisión de internarse o no es un tema personal que debe ser apoyado por toda la familia.

“El acompañamiento es primordial en el luto, nunca se pueden sentir solos y hay que ayudarlos a descubrir una nueva rutina con la que se sientan cómodos, felices y completos”, puntualizó Martelo.

Por Redacción Especiales

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