'Entregarles liquidez a las EPS fue un error histórico'

El minsalud se reunirá hoy con los congresistas ponentes del proyecto de reforma al sistema para tomar decisiones sobre los puntos más álgidos.

Redacción Vivir
27 de agosto de 2013 - 04:36 p. m.
El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, cree que si el proyecto de reforma fracasa “hay muchas cosas que se pueden hacer sin ella”.   / Archivo - El Espectador
El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, cree que si el proyecto de reforma fracasa “hay muchas cosas que se pueden hacer sin ella”. / Archivo - El Espectador
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Veinte años resistió la polémica Ley 100 de 1993. Hoy, prácticamente todos los actores de la salud que a lo largo de estas dos décadas se enfrentaron unos con otros están por fin de acuerdo en una cosa al menos: el sistema no va a sobrevivir sin una reforma estructural.

Esa es una de las tareas difíciles que tiene el Congreso de la República en la legislatura de esta segunda parte del año. Tras la aprobación de una ley estatutaria de salud que muchos consideran un saludo a la bandera y otros el acuerdo de unos principios básicos, los verdaderos cambios al sistema tendrán que negociarse en el trámite de la ley ordinaria.

Hoy se celebra un encuentro crucial en este proceso. El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, se reunirá con los congresistas ponentes del proyecto para tomar decisiones sobre los puntos más álgidos. Gaviria habló con El Espectador al respecto.

¿Cómo quiere que funcione Salud Mía? ¿No están creando una super-EPS?

Muchas personas están diciendo que se va a crear un monstruo estatal, una especie de Supercaprecom o de Seguro Social. Pero no es así. Salud Mía no es una gran EPS pública, es una entidad financiera, una gran tesorería del sistema de salud que tendría la función primordial de facilitar los flujos de recursos y de información. La base de datos de afiliados actual tiene todo tipo de problemas, el recaudo también es problemático y los flujos de información y recursos lo son mucho más. Hoy no sabemos cuánto les deben las EPS a los hospitales. Las primeras hablan de $4 billones, los segundos del doble.

Pero ¿también recaudaría toda la plata?

También se piensa centralizar el recaudo. Es importante concentrar las funciones de afiliación y de recaudo. Además, Salud Mía tendría la función de girar recursos a hospitales directamente. Estamos hablando de tres millones de facturas al mes. Hay que hacer una transición ordenada. Es un reto grande, pero tendríamos el control de los recursos y sabríamos en qué se gasta la plata de la salud. Hoy no lo sabemos.

No es un poco exagerado pensar en una entidad que debe manejar 500 millones de cuentas. ¿No le da miedo crear un monstruo burocrático?

Tomará dos o tres años de transición. Al principio se va a seguir haciendo como se hace actualmente, con el giro directo del régimen subsidiado. Después los hospitales tendrán que enviar las facturas a Salud Mía. Transaccionalmente es complicado, pero no imposible. Tampoco hay que sobrestimar la tarea. Necesitamos más controles y más información. Entregarles la liquidez a las EPS fue un error histórico; por eso aparecieron, entre otras cosas, canchas de golf pagadas con plata de la salud.

¿Qué controles se crean para evitar excesos?

Estamos proponiendo una junta directiva especializada y el control de la Superintendencia Financiera. Tiene que ser una entidad blindada. Uno entiende que alcaldes y gobernadores quieren tener alguna participación, al fin y al cabo su plata está allí, pero debe ser una institución ajena a cualquier forma de politiquería.

Las EPS cambian de nombre, ahora serán gestores. ¿Habrá un cambio real de funciones?

Hay un gran debate sobre si son administradoras o aseguradoras, sobre si asumen algún riesgo o no. Si son administradoras, son como los fondos de pensiones, se definen unas funciones y se remunera por las tareas definidas. El problema es que pierden el incentivo al ser compradoras interesadas, podrían entrar en colusión con hospitales o laboratorios para cobrarle de todo y a cualquier precio a Salud Mía. Por otra parte, si se vuelven aseguradoras tienen incentivos para cuidar la plata, pero eso termina en lo que ya sabemos: en la negación de servicios para aumentar la rentabilidad. Así que cualquier opción es problemática. La reforma propone un punto medio. Creo que deben tener alguna función de aseguramiento, pero con límites, con pago por resultados y distribución de los pacientes de alto costo.

¿Cómo es eso de pagar por resultados?

Definimos unos indicadores, los medimos en el terreno y condicionamos el pago de un porcentaje de la cuota de administración al cumplimiento de los mismos.

¿Y quién cree que debe organizar la red que presta los servicios?

A los hospitales les parece malo que sean los gestores los que puedan configurar la red de servicios, pero si usted asume algún riesgo debe tener las herramientas para gestionarlo. Esta discusión no está acabada.

¿Se debe eliminar la integración vertical en un 100%?

Creo que se puede llegar a un acuerdo razonable. Decirles a los gestores que configuren la red y se elimine la integración vertical, por ejemplo.

Usted ha dicho que la próxima gran crisis del sistema es la formalización de los trabajadores. ¿Por qué?

Por mucho tiempo los hospitales públicos contrataron trabajadores por prestación de servicios, estimulados incluso por el gobierno nacional. Varias sentencias de la Corte ordenan ahora formalizar a miles de trabajadores. La reforma incluye un estatuto laboral que propone condiciones más flexibles de contratación para garantizar la viabilidad de los hospitales. Si no se hace bien, la mayoría de hospitales podría quebrar. Las sentencias de la Corte son complejas. Por ejemplo, obligan a contratar todo el personal asistencial, pero si usted le dice hoy a un anestesiólogo que gana $30 millones o $40 millones que lo va a meter en la nómina de un hospital público, se muere de la risa.

¿Está de acuerdo con que el gerente de los hospitales sea nombrado por el gobernador?

Sí. Como resultado de una falsa meritocracia tenemos hoy un montón de gerentes politiqueros que no le rinden cuentas a nadie. Los gobernadores tienen al menos la responsabilidad política y fiscal. No es el mejor de los mundos, pero reformar consiste a veces en cambiar un problema por otro menor.

¿Cuál es la posibilidad de que obtener la aprobación del Congreso?

No va a ser fácil. Hay muchos intereses. El momento político es complicado, pero seguiremos insistiendo hasta el final.

¿Y si fracasa?

Hay muchas cosas que se pueden hacer sin reforma. Lo importante es que tenemos claridad en el diagnóstico y el método, y voluntad para avanzar.

Por Redacción Vivir

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