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Freno a terapias psiquiátricas inútiles

El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos se sigue alejando de la psiquiatría tradicional. Ya no financiará experimentos con drogas que sólo sirvan para tratar síntomas.

Pablo Correa
18 de marzo de 2014 - 03:39 a. m.
El consumo de fármacos antipsicóticos aumentó 250% en EE.UU., sin que disminuyera la mortalidad ni la morbilidad de los pacientes. / Archivo
El consumo de fármacos antipsicóticos aumentó 250% en EE.UU., sin que disminuyera la mortalidad ni la morbilidad de los pacientes. / Archivo

Al neurocientífico y psiquiatra Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, no parece importarle mucho que la lista de colegas que lo ven con malos ojos siga y siga creciendo con cada decisión que toma.

Desde que llegó al cargo en 2002 no ha perdido ocasión para dejar claro de qué lado está en la disputa entre las viejas escuelas de psiquiatría, herederas de la tradición de Sigmund Freud y Carl Jung, y las nuevas tendencias que han nacido bajo la sombrilla de la genética y las ciencias del cerebro. Insel lo ha dicho una vez tras otra: “Debemos dejar de pensar en desórdenes mentales y comenzar a entenderlos como desórdenes del cerebro”.

En abril de 2013 provocó un gran revuelo en la comunidad médica cuando se atrevió a decir lo que muchos piensan, pero nadie menciona en voz alta: que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la biblia que usa la mayoría de psiquiatras en el mundo, no es muy útil. Para ser precisos dijo que “no es científicamente válido” y que a lo sumo “era un diccionario”.

El pasado 27 de febrero, a través de su blog, Insel anunció que el instituto que dirige, con un nada despreciable presupuesto cercano a los US$100 millones, dejará de financiar investigaciones relacionadas con fármacos psiquiátricos que sólo apunten a tratar síntomas de la enfermedad.

“Los experimentos futuros seguirán un enfoque de la medicina experimental, en el que las intervenciones sirvan no sólo como tratamientos potenciales, sino también para generar información sobre los mecanismos que subyacen a un trastorno”, explicó el neurocientífico en su comunicación.

Hoy existe en el mercado un numeroso grupo de fármacos para tratar trastornos, como la depresión, la esquizofrenia, el déficit de atención e hiperactividad, el trastorno bipolar, entre otros. El problema es que la mayoría no ofrecen un verdadero alivio a los pacientes. En años recientes el uso de antipsicóticos aumentó 250% en Estados Unidos y, sin embargo, las tasas de morbilidad y mortalidad continuaron inalteradas.

“Hasta ahora hemos estudiado drogas y no los trastornos”, dijo Insel, que criticó que bajo los parámetros actuales cualquiera que invente un producto y demuestre estadísticamente que mejora ligeramente los síntomas inmediatamente entra como opción terapéutica. “Esto ha sido un gran desperdicio de dinero y tiempo”, añadió.

El objetivo de este cambio de rumbo no es otro que impulsar y presionar a los investigadores para que concentren sus esfuerzos en descifrar los mecanismos biológicos y genéticos que subyacen en las enfermedades mentales. Y así, eventualmente, lograr terapias específicas para cada trastorno y, por supuesto, efectivas.

En un reportaje publicado en febrero de este año en The New York Times, Ilsen explicó su visión sobre esta revolución: “Mi filosofía se basa realmente en la humildad. No creo que sepamos lo suficiente para arreglar cualquiera de diagnóstico o terapéuticos. El futuro de la psiquiatría es la neurociencia clínica, basada en una comprensión más profunda del cerebro”.

Entre sus opositores figura el psiquiatra Allen Frances, profesor emérito de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte. En un artículo publicado por la revista Nature, Frances manifestó su preocupación por lo que llamó un énfasis en la ciencia del cerebro. Teme que la nueva política vaya en detrimento de los pacientes. “Entender el funcionamiento del cerebro es, por supuesto, un buen objetivo, dijo, pero “pasarán décadas y décadas antes de que alguien se vea favorecido por estas investigaciones”.

 

 

 

pcorrea@elespectador.com

@pcorrea78

Por Pablo Correa

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