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Harold Shipman: médico y asesino en serie

El suicidio asistido y la eutanasia son medidas que siguen siendo vistas con malos ojos, actualmente Escocia se encuentra trabajando por su aprobación.

Redacción Salud
05 de diciembre de 2014 - 10:15 p. m.

A comienzos de este milenio se determinó que Harold Shipman, un médico de familia inglesa que tenía la plena confianza de sus pacientes, era el culpable de la muerte de al menos 215 de ellos, por lo que se le calificó de asesino en serie y era llamado el “Doctor Muerte”.

Pero Shipman no sería un asesino serial normal, pues sus armas no eran blancas, con filo o de fuego, eran agujas y líquidos que intervenían en la sangre de la persona, al parecer, si esta lo pedía.

“La mayor parte de las víctimas de Shipman eran mujeres mayores, con buena salud para su edad, asesinadas con inyecciones letales de diamorfina (heroína producida farmacéuticamente)”, afirmó el portal web BBC Mundo en su reciente publicación “El asesino en serie que cambió la práctica médica para siempre”.

En el texto también se hace mención de Iain Kerr, actualmente un doctor escoces retirado, quien admitió hace un año aproximadamente haber ayudado a tres prisioneros a morir, a lo que se le llamó suicidio asistido, ya que padecían de enfermedades terminales y este les ayudó deliberadamente a acabar con su vida.

Entre las historias que contó Kerr sobresale la de un hombre con una enfermedad terminal que le producía mucho dolor, el sujeto le habría pedido al médico que le administrara una segunda dosis de medicina, a lo que este respondió que entre los efectos secundarios estaba el de no despertar más, no obstante, el hombre siguió adelante con su decisión y luego de despedirse de su hijo esa tarde le fue administrada la medicina, la cual le produjo la muerte momentos después.

Así como el suicidio asistido y la eutanasia pueden presentarse, también son probables otras opciones que no son extremistas en las que se encuentra la "doctrina del doble efecto", un precepto ético que hace mención de una acción moralmente apropiada con un efecto colateral negativo es permisible.

Lo anterior es posiblemente lo que se haya dado con el caso del paciente de Kerr, quien al querer hacer un acto bueno (administrándole medicina al paciente para calmarle el dolor), terminó provocándole la muerte, decisión que han tomado muchos otros médicos respecto a la morfina, pues a pesar de saber que puede acelerar la muerte, la usan de todas formas para calmar el dolor.

"Estas son el tipo de actuaciones que ya no se consideran apropiadas estos días, después del caso de Shipman", afirmó Kerr para el portal web.

Con los actos de Shipman la concepción de los médicos y su autonomía cambió extremadamente, ya que al parecer, este médico les proporcionaba la muerte a sus pacientes con fines maliciosos.

El caso de Shipman al parecer solo ha servido para provocar y despertar miedo en la comunidad médica de que se les acabe llamando también "Doctor Muerte" si uno de sus pacientes muere debido al suministro de sustancias para aliviar el dolor.

Actualmente, y probablemente a causa del caso, muchos médicos no apoyan públicamente el proyecto de ley de la parlamentaria Margo MacDonald para el Suicido Asistido en Escocia, lo cual para el profesor emérito de Neurología Médica Charles Warlow es algo “totalmente diferente a esas espantosas historias de Shipman", añadiendo que los médicos "están nerviosos (...) No quieren que sus pacientes les vean como alguien que los va a liquidar".

Actualmente en Escocia debaten la aprobación de dichos métodos para intentar cambiar, por segunda vez, la ley que prohíbe el suicidio asistido, lo cual de darse, haría que el país entre en la corta lista de países que permiten el suicidio asistido bajo ciertas condiciones.
 

Por Redacción Salud

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