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Los rostros de la marihuana medicinal

Valeria y Otto son dos niños que sufrían de 50 a 100 convulsiones diarias. Luego de probar varios tratamientos médicos, un aceite a base de marihuana logró lo que la medicina tradicional no pudo.

Jesús Mesa
29 de mayo de 2016 - 04:26 a. m.
 Valeria, de cuatro años, fue diagnosticada con epilepsia refractaria, resistente a los fármacos. / Cristian Garavito - El Espectador
Valeria, de cuatro años, fue diagnosticada con epilepsia refractaria, resistente a los fármacos. / Cristian Garavito - El Espectador

A Valeria, o Lelé, como le dicen cariñosamente, no le gusta quedarse quieta. Desde que aprendió a caminar, en marzo del año pasado, les ha dado más de un dolor de cabeza a su mamá, Paola, y a sus abuelos, quienes tuvieron que poner una reja en las escaleras de su casa, en el occidente de Bogotá. Pero a Paola le encanta verla moverse, pues la epilepsia, que sufre desde los siete meses de edad, no se lo permitió hasta que cumplió tres años

Desde que supieron de la enfermedad y hasta el año 2014, Lelé se sometió a un tratamiento médico tradicional, con drogas, sin ningún tipo de mejoría. De hecho, en el punto más crítico de su enfermedad llegó a convulsionar de 50 a 300 veces en un solo día, algo que terminó afectando para siempre su desarrollo neurocerebral. Las convulsiones eran cada vez más fuertes y en una de las consultas, la médica que la trataba le dijo a Paola que el caso era muy complejo, que había poco o nada por hacer.

A Paola le habían sugerido los medicamentos a base de cannabis desde hace algún tiempo, pero lo había olvidado. En ese entonces Lelé estaba en medio de su tratamiento médico y su mamá no le prestó mucha atención. Pero una vez le dijeron que no había nada que hacer, decidió elegir la opción que le quedaba. “Una madre siempre evalúa todas las posibilidades”, dice.

Según cuenta su familia, una vez empezaron el tratamiento los resultados fueron sorprendentes. “Con el aceite mejoró lo que no avanzó en tres años de medicación normal”, cuenta Paola Pineda, doctora de la Universidad Pontificia Bolivariana, quien lleva más de cinco años recetando tratamientos con medicina a base de marihuana. Tanta fue la mejoría, que las afectaciones neuronales –que le impedían sentarse, caminar y hasta sonreír– van en evolución y ya tanto su mamá como sus abuelos conocen su sonrisa. “Yo soy creyente de Dios y de la matica”, dice Gloria, la abuela, mientras se prepara para darle de comer a su nieta.

Y como Lelé también esta Otto, un niño que sufría entre 20 y 30 convulsiones diarias y que luego de probar con el aceite de cannabis mejoró radicalmente, al punto que no tiene ataques desde hace más de un año.

Al igual que Paola, Laura Hernández, la mamá de Otto, agotó todos los recursos médicos posibles. “Otto comenzó con la epilepsia a los cuatro años y llegó a tener crisis de entre 20 y 30 diarias”, relata. Por esta razón, y luego de haber hecho una investigación personal, en la que conoció la historia de Charlotte Figi, una niña estadounidense que superó la epilepsia gracias a la marihuana medicinal, Laura quiso hablar con la doctora Paola Pineda. “Yo amo a mi hijo y por él hago lo que sea”, dice.

Hoy, luego de más de un año de medicación con aceite de cannabis, Otto ha recuperado varias de sus funciones motoras. Baila, canta, dibuja, va al colegio y, según cuenta Laura, las profesoras de su jardín infantil están sorprendidas con el avance del niño.

La doctora del cannabis

Paisa y radicada en Bogotá, Paola Pineda, médica de la Universidad Pontificia Bolivariana, ha investigado el tema de la marihuana medicinal desde hace más de cinco años. Hoy, según cuenta Paola, por su consultorio han pasado “más de 1.000 pacientes que han mejorado su calidad de vida usando estos productos (jarabes, cremas, aceites, entre otros)”.

“Una de las cosas que nos pasan en medicina es que sabemos resolver las enfermedades agudas, pero hay algunas crónicas que necesitan de herramientas terapéuticas nuevas”, cuenta.

Mientras Paola se capacitaba y leía la literatura médica existente, encontró que uno de los componentes del cannabis, el CBD, era bastante efectivo como anticonvulsivante. Además, otro componente conocido como THC, el encargado de producir efectos psicoactivos y que se encontraba en grandes cantidades en las plantas de Colombia, resultaba útil para el tratamiento. “Ante el desespero de muchas familias, empezamos con estos extractos de THC, en dosis muy pequeñas y la mayoría de los niños tuvieron excelentes resultados”.

Con el tiempo, y con mayor investigación, Pineda se asesoró con un equipo de trabajo multidisciplinar y lograron extractos con mayor cantidad de CBD. “Nosotros les planteamos el cambio a los papás y tuvimos dos respuestas: algunos niños volvieron a su condición inicial y otros se estabilizaron más de lo que venían”.

De esta manera, la doctora Pineda fue profesionalizando más el método y hoy formula los medicamentos de acuerdo con el peso, edad, estatura y los medicamentos que toman. “Así se puede saber qué tanta concentración de CBD y THC se le puede dar al paciente”, resalta Pineda.

¿Qué dice la ciencia sobre el cannabis medicinal y la epilepsia?

Historias de las capacidades del cannabis para aliviar las convulsiones han existido desde hace unos 150 años, pero el interés por la marihuana medicinal ha aumentado considerablemente en la última década.

La ciencia se ha centrado específicamente en los beneficios del CBD, uno de los principales compuestos del cannabis. De hecho, el más ambicioso estudio, liderado por el doctor Orion Devinsky y publicado recientemente, encontró que las medicinas a base de cannabis redujeron las convulsiones motoras en un número similar a lo que lo hacen los fármacos disponibles (una media de 36,5 %) y el 2 % de los pacientes se liberaron completamente de sus crisis.

Sin embargo, a pesar de estos prometedores resultados, aún quedan muchas preguntas sin resolver. Todavía varios científicos se niegan a aceptar que el cannabis puede ser un tratamiento eficaz, pues consideran –y con razón– que aún no hay una amplia evidencia científica que sustente estas teorías. Y aunque en experimentos como el de Devinsky haya un aumento en la evidencia que sugiere que el CBD es eficaz contra la epilepsia resistente al tratamiento, los científicos todavía saben muy poco acerca de cómo funciona. Lo bueno es que habrá más investigación.

“Creo que, basándonos en la evidencia que tenemos, si un niño ha intentado múltiples fármacos que son estándar y la epilepsia sigue siendo grave y disminuye la calidad de vida, entonces los riesgos de probar CBD podrían considerarse entre bajos y modestos, en el mejor de los casos”, dice Devinksy.

Mientras tanto la mayoría de investigadores, aconsejan tener “cautela” al considerar al cannabis como tratamiento para la epilepsia. Pero según Paola Pineda, casos como el de Lelé y Otto indican que van por un buen camino.

Por Jesús Mesa

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