Muñecas calvas para enfrentar el cáncer

El impacto que le causó a Raquel Coronell, de 17 años, perder su pelo por cuenta de la quimioterapia, le dio vida a una iniciativa para hacer más llevadero el tratamiento entre las niñas y jóvenes: American Girl sin pelo.

Mariana Suárez Rueda
31 de enero de 2016 - 02:00 a. m.

No han pasado ni seis meses desde que a Raquel Coronell le diagnosticaron leucemia. Tuvo que dejar de ir al colegio y someterse a un agresivo tratamiento con quimioterapias para ganarle la batalla a la muerte. Ya va en el segundo “round” y todavía sonríe. Lo más difícil, confiesa, fue haber perdido su pelo. Lo tenía largo igual que María Restrepo, su mejor amiga, con quien juega desde el jardín de infancia y quien le ayudará a sacar adelante una idea que cree puede cambiarles la vida a otras niñas con cáncer: muñecas sin pelo.

Así es. American Girl calvas. Raquel y María crecieron jugando con estas muñecas, que se han convertido en todo un fenómeno por lo menos desde hace cinco años y que incluso tienen su propia tienda en la Quinta Avenida de Nueva York. Son de plástico, miden alrededor de 50 centímetros y lucen exactamente igual a su dueña. Las niñas las escogen con su mismo color de pelo, de ojos e incluso le mandan a hacer ropa igual a la suya.

Raquel siempre se vio reflejada en su American Girl y por eso está convencida de que pueden convertirse no solo en una compañía durante el tratamiento, sino en un elemento que les dé seguridad a las niñas que pierden su pelo por la quimio, que no las deje sentirse feas por ser calvas, que permita que cada vez menos personas volteen la mirada cuando ven a una niña o adolescente rapada.

A través de gofundme, un portal de donaciones, han recogido más de US$5.000. Casi lo de 50 muñecas, pero todavía no lo suficiente para generar el impacto que anhelan. Por eso están buscando apoyo en el sector privado. Tienen previsto encontrarse en marzo en el Nicklaus Children's Hospital de Miami, en donde Raquel pasa ahora casi todos sus días, para repartir las primeras American Girl sin pelo.

Luego harán lo mismo en algunas clínicas de Bogotá. En ambos casos con el apoyo del personal médico, que previamente ha identificado a las pacientes en quienes esta iniciativa tendrá un impacto más positivo.

Y es que una muñeca, al igual que un oso de peluche o una cobija, tienen una relevancia especial durante los primeros años de vida. No es gratuito que los niños se aferren a ellos. Irma Salazar, pedagoga y magíster en Educación vinculada con la Corporación Juego y Niñez, explica que mientras un bebé logra comprender que es un individuo y no una extensión de su madre, esos objetos son lo que representan el vínculo de seguridad con ella.

Más adelante, cuando son capaces de representar el juego simbólico, que por lo general sucede a los dos años, su imagen se proyecta en la muñeca. Son la muñeca y obviamente quieren ser lindas y que las cuiden. A través de ella comienzan a descubrir sus deseos y a recrear situaciones de sus vidas tanto positivas como negativas. Por eso, advierte Salazar, una muñeca puede acompañar la vida de una niña hasta la adolescencia.

Y en el caso de quienes tienen cáncer, una muñeca calva, asegura Salazar, les permite tener una proyección diferente que las represente. De hecho, complementa la psicóloga Sandra Beltrán, por eso desde hace algún tiempo se ha promovido la fabricación de muñecas no sólo más reales, sino con diferentes condiciones. Algunas, por ejemplo, vienen con prótesis. Su impacto, sin embargo, es diferente en cada individuo. Por eso resulta tan importante identificar previamente a las pacientes con cáncer que se beneficiarán con esta noble causa.

 

Por Mariana Suárez Rueda

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