Nuestros ancestros también sufrían enfermedades cardíacas

Científicos analizan datos de momias de cinco continentes para concluir que también sufrían de enfermedad cardíaca a pesar de que tenían dietas más sanas y vidas menos sedentarias.

Redacción Vivir
03 de agosto de 2014 - 04:35 p. m.

Aunque hace 5.000 años no circulaban cigarrillos entre los egipcios de la época ni se vendían hamburguesas con papas francesas en el desierto de Gobi, la aterosclerosis o placas en las arterias ya representaban una amenaza para la salud en los cinco continentes.

Una serie de trabajos llevados a cabo por un grupo de investigadores norteamericanos encabezados por Gregory Thomas, director médico del Long Beach Memorial de California (EEUU) y publicados en la revista Global Heart revelaron que los problemas cardíacos eran bastante comunes pese a que los humanos de la época llevaban vidas menos sedentarias que las nuestras.

Para llegar a esta conclusión los investigadores se dieron a la tarea de estudiar momias de cinco civilizaciones usando tomografías computarizadas. En total analizaron 51 halladas en Perú con una antigüedad de entre 600 y 1.200 años, cinco de nativos americanos de unos 1.600 años atrás, un pequeño grupo de mongoles que habitaron el desierto de Gobi hace 500 años, cinco aleutianos de Alaska de hace 150 y decenas de momias egipcias.

"Nuestro equipo ha evaluado las momias de cinco continentes. Y todavía no hemos encontrado una cultura en la que no hubiera aterosclerosis", dijo el cardiólogo Gregory Thomas según lo registrado por el servicio de noticias de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.

¿Qué significa este hallazgo para la medicina actual? “Estos días nos culpamos a nosotros mismos cuando nosotros o alguien de nuestra familia contrae una enfermedad cardiaca”, comentó el experto. “Decimos: 'bueno, si hubieras hecho más ejercicio, esa cirugía cardíaca no hubiera sido necesaria. Creo que las personas pueden dejar de culparse tanto”.

La pregunta evidente es por qué si no existían los factores de riesgo que hoy atribuimos a la enfermedad cardíaca (sedentarismo, dietas altas en grasa y sal, altos niveles de estrés), ésta era común en las civilizaciones antiguas. Los expertos han planteado tres hipótesis.

La primera de ellas apunta a que las persistentes infecciones que sufrían las personas desencadenaran procesos inflamatorios crónicos que terminaban repercutiendo en la salud cardiovascular.

Otra hipótesis atribuye la aterosclerosis a la inhalación de humo en el hogar y las fogatas. De hecho, se encontró que la enfermedad era más común en mujeres que hombres. Un dato que refuerza esta hipótesis.

Michael Moyamoto, del St. Joseph Heritage de California, y quien también participó en estos trabajos, señaló que una tercera hipótesis apunta a factores genéticos. El investigador explicó al periódico El Mundo que los datos encontrados sugieren que la aterosclerosis parece un fenómeno inexorable al que el ser humano está genéticamente predispuesto. A partir de ahí, "múltiples factores ambientales (la obesidad en los tiempos modernos o la inflamación crónica en nuestros ancestros) pueden desencadenarla hasta unos niveles que provoquen manifestaciones clínicamente relevantes (como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares...)".

Esta última hipótesis ha sido reforzada por análisis de ADN efectuados a una momia de 5.300 años de antigüedad. Los científicos observaron la presencia de alteraciones en el código de la vida que entre los humanos modernos son consideradas como indicadores de riesgo cardíaco.

"Dada nuestra predisposición a desarrollar este trastorno, debemos hacer todo lo que podamos para retrasar su desarrollo, como mantener nuestro peso a raya, controlar el colesterol, la presión arterial, el azúcar en sangre, mantenernos activos y evitar el tabaco", recomendó el doctor Thomas a través del diario español.
 

Por Redacción Vivir

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