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Las quimio, juego de niños

Se conocieron las historias de 20 menores que, según sus padres, murieron porque no recibieron atención oportuna en las EPS. ¿Cuál es la situación actual? ¿Qué medidas se están tomando? ¿Qué pasó con las entidades implicadas?

Jesús Fragozo Caro
10 de julio de 2013 - 10:00 p. m.
Yesenia Orozco , madre de  Yessica Buelvas(blusa roja ) padece leucemia linfoblástica aguda (cáncer en la sangre y médula ósea). Aquí junto a sus tres hermanos.
Yesenia Orozco , madre de Yessica Buelvas(blusa roja ) padece leucemia linfoblástica aguda (cáncer en la sangre y médula ósea). Aquí junto a sus tres hermanos.

Marleín Echeverría Reales no dejó de sonreír ni estando postrada en una cama de hospital, lánguida y casi sin cabellos. Fue precisamente eso lo que llevó a algunos a pensar que el cáncer que padeció durante más de un año no le quitaría la vida. Sus padres aseguran que pereció porque las dos EPS a las que estaba afiliada, Mutual Ser y Comfacor, se negaron durante meses a ordenarle los exámenes que necesitaba para extirparle un osteosarcoma que tenía en la rodilla izquierda.

La de Marleín es una de las 20 historias de niños con cáncer en el Atlántico que se conocieron a finales de febrero en todo el país. La misma de los pequeños que murieron supuestamente por negligencia de las entidades promotoras de salud a las que estaban afiliados. Han pasado cuatro meses desde entonces, y aunque la atención ha mejorado el panorama sigue siendo el mismo, más aún cuando las familias de los niños enfermos sucumben en la miseria.

En el barrio Villa Bertha del municipio de Malambo, en un cambuche en el que para poder vivir hay que pagar un arriendo de $50.000 pesos, vive Yessica María Buelvas, una niña de 9 años, de oscuros y penetrantes ojos, que padece leucemia linfoblástica aguda (cáncer en la sangre y médula ósea), diagnosticada hace más de un año, cuando todavía vivía en el municipio de Ovejas, Sucre. Por la enfermedad, ella, su mamá, Yesenia Orozco, y sus tres hermanos menores tuvieron que mudarse cerca de Barranquilla, en donde los médicos la tratarían para evitar que las células cancerígenas hicieran metástasis.

En el cambuche hay una plaga de mosquitos y moscas. Pareciera que entre las tablas de madera, la bolsa plástica negra que los protege de la lluvia, el piso de arena, las dos camas pequeñas y una estufa, hubiera miles de larvas esperando su metamorfosis. Sólo desde hace un par de semanas tienen un abanico, y eso gracias a la Fundación Reto, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a niños y adultos con cáncer en el Atlántico, que también les colabora con alimentos no perecederos y está pendiente de que Mutual Ser cumpla con el tratamiento de la pequeña.

El 25 abril esta EPS, considerada por el Ministerio de Salud y de la Protección Social como la mejor del país, se comprometió a entregar los medicamentos que Yessica María debe consumir antes de iniciar las quimioterapias. El tratamiento es una especie de juego al que se dedicará hasta que las quimio destruyan las células cancerígenas, o pase lo peor y se repita la historia de Marleín. Pero sólo a mediados de junio Mutual Ser entregó los fármacos y ya se vencieron las órdenes para comenzar el tratamiento, es decir, a Yesenia Orozco —la mujer de 31 años, madre soltera, que está sin empleo y que pasa la mayor parte del tiempo pendiente de Yessica, la mayor de sus cuatro hijos— le toca hacer de nuevo los papeles y esperar a que le entreguen las nuevas órdenes para continuar con el procedimiento. “Tengo miedo de que en ese tiempo las células cancerosas hagan metástasis y luego ya no se pueda hacer nada”, dice.

La gerenta de Mutual Ser en Barranquilla, Diana López, sostiene que las órdenes médicas “no se vencen” y que se tardó dos meses en entregar los medicamentos porque la pequeña “se encontraba registrada en el municipio de El Carmen de Bolívar” y porque los médicos encargados de diligenciar el formato para la solicitud de medicamentos no contemplados en el Plan Obligatorio de Salud (POS) presentaban la información incompleta.

Después de que murieran 20 niños con cáncer en Atlántico, el secretario de Salud del departamento, David Peláez, lanzó el programa Vigelente, con el que se busca dar cumplimiento a la Ley 1388 de 2010, que trata sobre el manejo de esta enfermedad en los menores de edad. Según el funcionario público, se han reportado 34 quejas tras las denuncias hechas por los padres de familia que vieron morir a sus hijos.

Jully Escorcia tiene 16 años y cáncer de nasofaringe, y hace más de tres meses está hospitalizada en una clínica de Bogotá, en donde le hacen quimioterapias. En esta ciudad de más de siete millones de habitantes, la Nueva EPS, entidad promotora de salud a la que está afiliada, ordenó que se le realizara el tratamiento. La medida fue adoptada después de seis meses de “perder el tiempo” entre órdenes y medicamentos que no causaban efecto, y luego de que Benedelsa Vidal, madre de la adolescente, amenazara a uno de los galenos con demandarlo. A ella no le reconocieron viáticos. Ha sobrevivido gracias al dinero que le envían sus familiares en Barranquilla y a préstamos “gota a gota”.

El gerente regional de la Nueva EPS, Oswaldo Pisciotti, asegura que la madre de la joven nunca ha solicitado viáticos y recuerda que hay casos en los cuales la entidad promotora de salud no está obligada a cubrir este tipo de gastos.

Por Jesús Fragozo Caro

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