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El pez muere por la boca

No es suficiente con no ser sedentario, es esencial alimentarse adecuadamente y no por mero placer. Es una cuestión vital. El deseo por placer, puede ser un terrible maestro.

Por FABIO AREVALO ROSERO MD, colaborador de Soyperiodista.com
27 de diciembre de 2012 - 06:52 p. m.
Vidayfitness.com  / Vidayfitness.com
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Uno de los problemas más delicados de muchas regiones colombianas, es la escasez de liderazgo legítimo. Los políticos tradicionales o los gobernantes típicos (que manipulan a la opinión) quieren hacerle creer a la gente que hacen mucho por ellos y que deben conformarse con casi nada.

De allí la frasecita: “La gente es muy agradecida” (de sus migajas). Pero los indicadores sociales muestran una realidad deficiente en bienestar y desarrollo; especialmente en salud, educación, alimentación, vivienda y recreación.

La meta esencial de todo proyecto (de gobierno y demás) debe ser el cuidado y la preservación de la vida. Más aun cuando la principal causa de enfermedad y muerte en Colombia son las enfermedades crónicas, originadas sobre todo en comportamientos humanos inadecuados, que llevan por ejemplo a un alto riesgo de infarto temprano. Para buscar esos cambios de actitud que tanto anhelamos se requiere influir con un poderoso esquema de liderazgo que motive, eduque e induzca a cada individuo a realizar acciones edificantes de autocuidado, que lo lleven a fortalecer sus comportamientos saludables.

Generalmente ocurre lo contrario en la orientación de los hábitos cotidianos por quienes se consideran referentes de la sociedad. En algunos casos por ignorancia y en otros por falta de ética. Sucede con frecuencia en la alimentación donde se promueven comidas insalubres cargadas de grasa animal, exceso de carbohidratos y frituras nocivas, con el cuento de que son típicas o placenteras. Incluso los medios nos muestran como gran cosa unos “chefs” gordos, bonachones, untados de manteca hasta el pelo incitando al placer de comer a cualquier costo (económico y de salud).

Esto nos recuerda la muerte de dos atletas en una carrera bogotana y otros tres en un maratón de Detroit. La gran mayoría llegan aptos, bien entrenados y con certificación médica. Aparte del riesgo de muerte súbita por una arritmia en casos excepcionales, en la generalidad de estos hechos, la explicación más válida que se encuentra son efectos derivados de una nutrición displicente y grasa que termina obstruyendo las arterias muy a pesar de la actividad física. En estas condiciones el riesgo de infarto hasta con un pequeño esfuerzo es elevado.

No es suficiente con no ser sedentario, es esencial alimentarse adecuadamente y no por mero placer. Es una cuestión vital. El deseo por placer, puede ser un terrible maestro. Los placeres alimentarios que la mayoría buscan por mala educación nutricional, son a corto plazo y podrían dejar fatales consecuencias. Las cosas que nos tientan rara vez cumplen lo que prometen. Si se lo permitimos el deseo por placer (o la comodidad) nos llevará a hacer cosas de las que nos arrepentiremos después. Y aquí entra en juego la disciplina.

La persona disciplinada es la que puede hacer lo que haga falta cuando hace falta. Es la que puede vivir en el buen uso del momento. El ascético extremo y el glotón tienen el mismo problema: no pueden vivir como es debido; no pueden hacer lo necesario en el momento oportuno. La persona disciplinada es libre. Para obtener libertad se necesita contener las emociones con disciplina y eso requiere carácter.

Qué podemos esperar que ocurra con la gente común, si los dirigentes tradicionales son sedentarios, regordetes, de papada, rojizos, etc. Aquellos que prefieren comer por placer antes que por ser y donde la coherencia no funciona. Lamentable, pero esos falsos líderes han perdido sus corazones tras los placeres y las posesiones y se convierten en personas poco confiables para la comunidad. Cualquiera que ame más el placer que la verdad va de cabeza a los problemas y se llevará a otros con él. De allí que solo debamos creer en personas íntegramente coherentes, especialmente en política. Por una u otra circunstancia, el pez muere por la boca.

Por FABIO AREVALO ROSERO MD, colaborador de Soyperiodista.com

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