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2012, el año godo

Juan Pablo Calvás
27 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

¡Adiós, año 2012! ¡Jamás te olvidaremos! Llevaremos presente por siempre lo importante que fuiste para poner en evidencia los sentimientos más ultraconservadores de nuestro país ya de por sí bastante godo.

El año que termina fue aquel en que los grandes temas de la agenda de la Colombia conservadora se tomaron los medios de comunicación: tuvimos la posibilidad de conocer sus puntos de vista sobre asuntos como la eutanasia, la adopción de niños por parejas LGBTI, el matrimonio igualitario o el problema de las tierras en la negociación de paz.

No sé como no anticipamos que las cosas iban a ser de esa manera cuando apenas a mediados de enero el país celebraba con emoción la llegada de la sangre del Papa Juan Pablo II a territorio nacional. ¿Recuerdan el apoteósico evento que reunió a centenares de personas en la plaza de Bolívar para contemplar la rojiza gota papal? Sin duda ese era el anuncio de un año marcado por eventos de sublimación del fervor conservador en nuestro país.

A las pocas semanas de la hepática visita ya estábamos hablando de si una pareja de mujeres lesbianas tenían derecho o no a la adopción. En 2012, el año godo, el asunto no pudo ser definido por la Corte Constitucional. Esperamos meses y meses y más meses una decisión del alto tribunal sobre ese asunto, pero nada agilizó la llegada de la sentencia. ¿Qué pasó en la Corte? ¿Por qué el miedo a pronunciarse sobre el tema?

Luego vino el debate de la eutanasia. Recordemos que desde 1997 la Corte Constitucional autorizó su práctica en el país y desde entonces ha estado pendiente en el Congreso la reglamentación de su práctica. Pues bien, cuando 15 años después por fin el Senado se pone las pilas con el asunto y decide trabajar en el marco legal, surgen, otra vez, las mismas voces de siempre, con los mismos argumentos de siempre, a criticar la eutanasia y desconociendo el fallo del alto tribunal. ¿Acaso se les olvida que los fallos de la Corte son definitivos?

Pasaron las semanas del año godo y empezamos a hablar de otra tarea que le puso la Corte Constitucional al Congreso: reglamentar el matrimonio igualitario. Vino el excremental episodio de Roberto Gerlein, el tradicional rechazo a la propuesta por parte de la Iglesia Católica y los cálculos políticos en torno al impacto de esta iniciativa. En este caso los godos pueden rasgarse las vestiduras, al final de cuentas que aprueben o no a la mencionada iniciativa no importa, pues la Corte dejó bien claro que, si a junio de 2013 no existe una reglamentación sobre el asunto, jueces y notarios podrán realizar uniones entre parejas del mismo sexo bajo los mismos efectos legales de un matrimonio civil.

Finalmente, el año godo dejó en evidencia a aquellos que no le apuestan a la negociación como una salida para la paz en Colombia. Ellos son quienes no quieren hablar de la mala distribución de las tierras en el país. Ellos son los que ven el negocio detrás del permanente estado de guerra en los campos. Ellos son los que creen que a punta de bala se resuelve todo y por eso querían que se desconociera el fallo de La Haya sobre los límites con Nicaragua. Ellos son los que hicieron de este el año godo.

 

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