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Ahora alza de las tasas de interés

Eduardo Sarmiento
30 de octubre de 2015 - 12:12 a. m.

Al cuantioso déficit en cuenta corriente y la devaluación desbordada, ahora se agrega una fuerte presión para elevar los intereses. En la última sesión de la junta del Banco de la República la tasa de referencia se elevó de 4,5 a 4,75% y se insinuó que la dosis se repetirá en lo que resta del año.

En su momento señalé que las autoridades económicas permitieron que el déficit en cuenta corriente alcanzara el nivel más alto del mundo y dejaron su corrección a los designios del mercado. Como era perfectamente previsible, la devaluación masiva ocasionó una fuerte presión de costos y expectativas que elevaron la inflación por encima de las metas. Si el tipo de cambio se hubiera regulado vendiendo divisas de las reservas internacionales, la inflación no habría subido tanto y el ajuste de los precios relativos se habría podido realizar con variaciones de menor orden.

Los efectos sobre la balanza de pagos son inferiores a las previsiones oficiales. En razón que los precios de la producción doméstica no se pueden trasladar en la misma magnitud de la devaluación, las empresas industriales, que por lo general importan más de lo que exportan y tienen altos niveles de endeudamiento en dólares, registran una reducción de las utilidades que les acorta el margen de maniobra para reducir los precios de las exportaciones y aumentar la competitividad. El resultado ha sido la ampliación del déficit en cuenta corriente y una fuerte contracción de la demanda efectiva que se extiende a todos los rincones de la economía.

Ahora, de acuerdo con la cartilla, el Banco de la República debe subir la tasa de interés para bajar la inflación, que es inducida por el mismo banco. El desacierto resulta de imitaciones sin beneficio de inventario. La Reserva Federal de Estados Unidos anunció hace un año la elevación de la tasa de interés para evitar la inflación y las burbujas financieras. Sin embargo, la medida ha tenido que posponerse porque la inflación aumenta menos que las metas y la economía no ha podido salir de tasas de crecimiento de 2%. No se ha querido reconocer que la tasa de interés cero es el resultado de un comportamiento estructural, más concretamente de un exceso de ahorro sobre la inversión ocasionado por la globalización, y que las acciones para mantenerla en niveles positivos ocasionan serias secuelas recesivas.

La verdad es que el manejo de la coyuntura está basado en la devaluación masiva y un alza de la tasa de interés. Los dos factores generan efectos contradictorios. La devaluación induce un aumento de costos de las empresas industriales y la elevación de la tasa de interés genera presiones contractivas que impiden que el traslado a los precios finales. Así, la devaluación es infructuosa en cuanto que no reduce el déficit en cuenta corriente, eleva la inflación, sube las tasas de interés y contrae la producción.

El drama actual es que la devaluación masiva propiciada por la escasez de divisas no ha funcionado y no se advierte una voluntad de rectificación. El consenso profesional gira en torno a elevar las tasas de interés para detener la inflación generada por la misma política. En su lugar, se plantea intervenir el tipo de cambio, contrarrestar sus efectos contractivos con un manejo fiscal y monetario laxo, y adelantar una política industrial y agrícola que debe empezar por el establecimiento de un sistema arancelario escalonado para la industria y el alza de los aranceles para la agricultura de cereales. El expediente de entrada reduciría el desbalance externo, bajaría la inflación y reactivaría la producción.

 

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