Alianzas Megapolíticas

Columnista invitado EE
26 de septiembre de 2017 - 12:32 a. m.

*Jose Darwin Lenis Mejía 

La política hoy se juega bajo reglas “novedosas” se usan métodos avanzados de alianzas impensadas en el afán de conquistar los votantes. La super estrategias que se ponen en juego son descomunales, hay una política “virtual” que fluye por las redes sociales, agentes de opinión o mecanismos como las empresas encuestadoras que generan ciertas percepciones en la población electoral y en los ciudadanos en general. Atrás quedó la política unipartidista, las reuniones masivas, los grandes discursos y los directorios de partidos. Como en el ajedrez, se juega moviendo estratégicamente las fichas y organizando un sistema de alianzas que aseguren el propósito de ganar.

La tendencia es, conformar listas cerradas o presentarse por firmas, eso hace ver más natural al candidato-a y con cierto desmarcaje de la política tradicional. Seguramente al cierre de este año e inicio del otro se vendrán grandes debates y tensiones por opiniones en temas centrales del desarrollo del país y de la región latinoamericana en los que se pretenden polarizar al extremo y rivalizar a los votantes, los ejemplos más cercanos son los comparativos de lo que sucede socialmente con Venezuela o Argentina.

Para el caso presidencial, pensar integralmente lo que acontece en materia política, social y económica en la región, revisar las agendas internacionales y proponer proyectos de orden más trascendentes serán las banderas y las tramas vanguardistas del debate político.

En lo interno, los senadores que presentan propuestas parroquiales (propuestas estrechas en sus concepciones) estarán según el argot popular “mandados a recoger” para un siglo XXI que demanda innovación, liderazgos colectivos, renovación y alternatividad. Saber mínimamente de economía a escala, de educación, de sostenibilidad ambiental, de sentido constitucional o de planes de desarrollo integradores son campos que a modo de tarea  tienen que proponer y resolver quienes se proclamen buenos candidatos.

Todas estas configuraciones que se avecinan en su estudio se contiene en el término mega-política, vocablo que exploramos desde tres postulados o mejor supuestos políticos.

Para iniciar, las gigantescas alianzas políticas que se configuraran hoy son de orden interregional y de colectivos grandes interpartidistas. Para la muestra el bloque “Clasejo” Claudia López, Sergio Fajardo y Jorge Robledo, a la que posiblemente se unan otro candidatos-as.  La alianza “Clasi” Clara López y partidos de la ASI. La alianza “Urilico” alianza de Uribistas, conservadores y algunos liberales y las alianzas “Valleu” Vargas Lleras con gente de la U como Pinzón entre otros e inclusive uribistas o las disposiciones de un guiño a Humberto de la Calle del partido rosa de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común FARC, que se muestra dispuesto a dialogar abiertamente y fortalecer otra de estas mega-alianzas mencionadas.

Implica lo anterior, para el caso de los postulantes al senado  que las macro-alianzas son sinónimos de una mayor posibilidad  de llegar al congreso y una responsabilidad de conocer un poco más de las regiones y de problemáticas comunes que se presentan en el país. Esto tiene a favor un efecto debilitatorio del famoso regionalismo en el que afanosamente solo se rinden cuentas de acciones o gestión únicamente para el territorio regional que se es elegido, ahora se espera una mayor apertura y compromiso en un sentido más de nación.

En segunda instancia sobre la base de la transparencia y los procesos de paz, la burocratitis seguramente descenderá porque cada vez más los votos de opinión toman fuerza y la población se sensibiliza o educa en cultura política. Lo cual permite pensar y valorar el país y la construcción de democracia con incidencia en otros tópicos como los políticos-económicos, sociales-educativos, territoriales-ciudadanos todos bajo la sensatez de generar oportunidades para la población menos favorecida. Aquí lo delicado es que se confunda el populismo electoral con la verdadera participación política y que sin reflexión profunda de una sociedad medianamente educada termine todo debilitándose o invisibilizándose el bien común y las acciones políticas sanas de la gente que quiere un país mejor.

El riesgo es que se siga alimentando los viejos sistemas de captura de electores con aparentes renovaciones que tienen el propósito igual de embaucar a los ciudadanos incautos.

En tercer lugar, se corre riesgo de que nuevos liderazgos sean cooptados por la tradición política. En ello, caen ingenuamente actores de TV, deportistas, educadores, modelos y en fin todo aquel que se muestre limpio de pecado político. Normalmente se utilizan personas que llegan sin manchas, pero dispuesto para entrar al infierno de las presiones, manipulaciones y controles políticos que infortunadamente en la mayoría de los casos terminan aprendiendo las patrañas, simulando y ejecutando iguales comportamientos de los capos de la política que corroen el verdadero significado que los griegos dieron a este término como el arte de la convivencia y de la digna administración de los bienes públicos.

Adelantar estas reflexiones políticas, cobra importancia porque sobre la base del temor, de la manipulación, de los dogmas y de alianzas perversas se alimenta en muchas ocasiones una política de mega-robos, mega-problemas, mega-control y mega-pobreza social.

Esperemos que el 2018 las alianzas megapolíticas sean para transformar positivamente la historia del país por el camino del desarrollo, de la paz, de la educación y de políticas de beneficio colectivos, no personales o de bolsillo.  

Queda la pregunta fregona ¿A cuáles alianzas megapartidistas apoyaran los pequeños partidos, las comunidades organizadas, los grupos representativos de ciudadanos y los partidos de orientación religiosa?

 

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