Amor para ingenuos

Columna del lector
23 de marzo de 2017 - 06:58 p. m.

Por Rana Viperina

Con una falda roja y un velo de cortina en la cabeza, Elise y Didier se casaron frente a una mesa de billar en una misa oficiada por un amigo. Creían, en ese momento, al igual que yo, que el amor lo resiste todo. Ingenuos todos, porque así no es el amor.

La escena final de la película belga El círculo del amor se rompe fue hace cuatro años una revelación sobre lo que sucede cuando el amor se desgarra y consume la vida misma. Es una pieza magnífica que quiebra las fantasías que hemos creado alrededor de este sentimiento.

Didier está de pie junto a su esposa acompañado de su banda de country. Ella está en coma debido a una sobredosis con la cual decidió suicidarse después de una larga depresión causada por la muerte de su hija Maybelle, de seis años, quien había muerto de cáncer. Llorando le da a un beso a la mujer con quien vivió un romance desenfrenado lleno de música y tatuajes. Didier se cruza su banjo y asiente. La enfermera desconecta a Elise y todos empiezan a tocar un country que va tan rápido como los números de la frecuencia cardíaca disminuyendo en el monitor.

No es una historia de héroes, son solo dos amantes vencidos por su propia humanidad dominada por la rabia y la frustración. En una película de Adam Sandler ella habría despertado a último momento. En la vida real esto no habría servido de nada pues ellos jamás volverían a ser lo que un día se habían prometido. Se desmintió la idea que tenía, y a veces tengo, sobre el romance romance pues el amor idealizado no entiende de enfermedades ni de depresiones mientras que el verdadero amor lucha, resiste, salva y también se quiebra. 

 

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