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Apoyo, éxito y permanencia de la ONU

Gustavo Gallón
05 de octubre de 2011 - 09:10 p. m.

“LAS NACIONES UNIDAS Y TODAS estas organizaciones están para apoyar a los países en la institucionalidad. En eso soy una convencida. Si uno no apoya a los países no puede pretender que mejoren. Y la ONU es exitosa y la OEA es exitosa cuando se van de un país, no cuando se quedan. Si se quedan es porque el país no ha podido salir al otro lado, y eso lo voy a seguir diciendo”. Tres reflexiones, al menos, cabe hacer frente a estas declaraciones de la canciller en la entrevista de Caracol y El Espectador el pasado lunes.

¿Acaso las Naciones Unidas no apoyan al país? En 1996, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por consenso y con la aceptación del Gobierno de Colombia, pidió al alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos “establecer cuanto antes una oficina permanente en Colombia con el mandato de ayudar a las autoridades colombianas a elaborar políticas y programas para la promoción y protección de los derechos humanos y de observar las violaciones de los derechos humanos en el país, presentando informes al alto comisionado” y a la Comisión. La Oficina del alto comisionado en Colombia ha cumplido ese mandato a través de cursos, conceptos, discusiones, informes y acompañamiento permanente. Si eso no es apoyar al país, sería bueno saber qué otra clase de apoyo anhela la Cancillería.


En segundo lugar, ¿considera la Cancillería que el país ha “salido al otro lado” en materia de derechos humanos? La Comisión de Derechos Humanos decidió ordenar la creación de la mencionada oficina por preocuparle “profundamente las violaciones del derecho a la vida”, “el gran número de casos de desapariciones”, “el alarmante nivel de impunidad, en particular en lo que respecta a los abusos cometidos por agentes públicos que en la actualidad están sujetos a la jurisdicción de tribunales militares”, “la persistencia de la práctica de la tortura” que “raramente se castiga” y “para asegurar el seguimiento y la aplicación de las recomendaciones de los relatores (…) y grupos de trabajo [que] sigue siendo insuficiente”. Idénticas preocupaciones continúan expresando los comités de vigilancia de los tratados sobre Colombia, así como los relatores de Naciones Unidas en sus más recientes informes. Hoy hay preocupaciones adicionales, como el desplazamiento, la discriminación contra indígenas y afrocolombianos, la violencia sexual, las prácticas criminales del DAS, la falsa presentación de civiles como guerrilleros muertos en combate, entre otras. Es un poco prematuro hablar de éxito en estas circunstancias.


En tercer lugar, ¿está pensando seriamente la Cancillería en que las Naciones Unidas o alguna de sus dependencias se vayan del país? Sería grave para las víctimas, que necesitan garantías para que se reconozcan los derechos que les han sido violados y para que no se les sigan violando. Sería grave para el Gobierno por incumplir compromisos internacionales. Sería grave para el país por privársele de un valioso apoyo para superar la crisis de derechos humanos.


Una inquietud más: ¿también está pensando la Cancillería en que se vaya la OEA?


*Director Comisión Colombiana de Juristas. Las fuentes de esta columna pueden verse en www.coljuristas.org.

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