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Aprenden las Farc

Patricia Lara Salive
05 de diciembre de 2014 - 04:00 a. m.

Por fin las Farc están actuando con inteligencia política, algo indispensable si se quiere que el pueblo ratifique los acuerdos de La Habana.

Que las neuronas se les están despertando lo demuestra el acertado manejo que le dieron al episodio del general Alzate y sus acompañantes, el cual no sé si llamar secuestro o visita a la zona de guerra del Chocó, pues a pesar de que el general dijo que lo habían obligado a hacer un show mediático, cuesta denominar plagio ese evento cuando, por la expresión distendida de los rostros de los retenidos en las fotografías divulgadas por las Farc, que no puede darse si se está bajo amenaza, Alzate y compañía parecían estar tranquilos y contentos departiendo con sus captores, después de que el general se metió en la boca del lobo, desprovisto de su escolta y vestido de civil.

Así como muchas veces, desde cuando comenzó el proceso de paz, he criticado a las Farc por actuar de manera arrogante y desafiante y por utilizar un lenguaje que ha enardecido a este país tan herido por la guerra, esta vez tengo que decir que demostraron madurez y voluntad de paz. Porque perfectamente hubieran podido insistir en que el general Alzate, el militar de mayor rango que haya estado en sus manos, era un prisionero de guerra y hubieran podido utilizarlo como rehén para presionar el cese al fuego bilateral que tanto quieren, o su canje por algún preso de alto rango, léase Simón Trinidad, por ejemplo. Y no lo hicieron. De manera que, esta vez, hay que ser justos y felicitar a las Farc.

En cambio, por el lado del Gobierno hubo nubarrones: a pesar de que los acuerdos establecen que nadie puede pararse de la mesa de La Habana por hechos ocurridos en el país, dado el clima adverso de la opinión, ante el secuestro del general Alzate, al presidente no le quedó otra salida que suspender los diálogos. Sin embargo, Santos tal vez hubiera podido lograr, antes, que detuvieran los operativos militares en la zona.

Sin embargo, ahí hay algo que no parece muy claro: cuando las Farc anunciaron que liberarían al general sin exigir nada a cambio, el presidente le ordenó al ministro Pinzón que suspendiera los operativos militares. Y todo parecía indicar que la orden presidencial había sido transmitida a los mandos por el ministro. Pero, después, Timochenko dijo enfurecido que los operativos continuaban. Y, al parecer, tenía razón. Entonces caben algunas preguntas:

1. ¿Ocurrirá que el ministro le desobedece al presidente o se hace el bobo ante ciertas órdenes suyas y, por alguna razón desconocida, Santos no lo saca?

2. ¿O será que algunos militares no le obedecen al ministro?

3. ¿O más bien acontecerá que hay una fisura en las Fuerzas Armadas, y que unos son partidarios del proceso y otros, más cercanos a Acore y al senador Uribe, quien se ha dedicado peligrosamente a minar en los cuarteles el apoyo al presidente, están en contra?

Son preguntas preocupantes, sobre todo si se tiene en cuenta que ha habido antecedentes de desautorizaciones aparentes del presidente al ministro, o de supuestos no acatamientos de órdenes presidenciales de parte de Pinzón.

Creo que la verdad sea que, a propósito del proceso de paz, hay fisuras en los militares, que no siempre le obedecen monolíticamente al ministro, y esa es una situación que debe manejarse con pinzas.

Sin embargo, el acuerdo sobre la reanudación de los diálogos de paz, a partir del 10 de diciembre, indica que, por fortuna, paso a paso van siendo derrotados los enemigos agazapados de la paz.

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