NOTAS AL VUELO

Apuesta a la reinserción

Gonzalo Silva Rivas
21 de marzo de 2017 - 09:00 p. m.

El Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria, además de ser un exclusivo atractivo turístico, por el que pasean cultura y entretenimiento, es un ejemplo del apoyo positivo de la empresa privada para el posconflicto y la reconciliación. Hace cuatro años este escenario interactivo se inauguró como universidad de vida para decenas de reinsertados y ahora, tras el acuerdo con las Farc, extenderá su cuota formadora a centenares de desmovilizados que hoy, sin apremios, hacen camping en las 23 zonas veredales transitorias de normalización.

Panaca es una recursiva finca campesina de sesenta hectáreas, situada en inmediaciones de la población quindiana de Quimbaya. Es el parque temático agropecuario más grande del mundo y en él se concentra la mayor colección de animales domésticos dentro de un mismo espacio. En sus fructificados terrenos se desarrollan procesos agropecuarios diversos y se convive con más de 4.500 ejemplares de la zoología doméstica. Los visitantes pueden interactuar con ellos a través de una decena de estaciones turísticas, que le suman diversión a un dinámico proceso de aprendizaje de la naturaleza basado en la práctica.

A la par con su aporte turístico y cultural, Panaca se la juega como modelo de formación de talento humano en artes y oficios para la productividad agraria. En 2012, su fundador, Jorge Ballén, víctima del secuestro y la extorsión que sufrieron familiares y amigos suyos, decidió sepultar la amarga infamia, abriendo en sus instalaciones el Centro de Estudios de la Cultura Agropecuaria para capacitar lugareños de bajos recursos, a los que incorporó exguerrilleros reinsertados e inclinados a labrar camino en sociedad tras su reincorporación a la vida civil.

El experimento guerrillero comenzó en 2013 con nueve excombatientes capacitados en técnicas laborales agropecuarias y los resultados no pudieron ser mejores. Desde entonces por sus malocas han desfilado dos centenares de jóvenes desertores que alcanzaron estatus de líderes campesinos y apuntan sus intereses de vida hacia la productividad rural. Actualmente se seleccionan postulaciones de ingreso de desmovilizados de las Farc ubicados en las zonas veredales, que lejos de engrosar cordones de miseria en las grandes ciudades están dispuestos a echar raíces en su entorno natural.

Reinsertados y desmovilizados reciben cursos de capacitación práctica y teórica durante 78 días, de los que adquieren técnicas y habilidades básicas para desempeñarse como pequeños microempresarios. Comparten escenario con los labriegos locales que se capacitan bajo las mismas condiciones y con quienes conviven durante todo el proceso. Se integran bajo el paraguas de un modelo de convivencia, de respeto a la tolerancia, soportado en actividades de conocimiento y recreación, con atención médica y psicosocial en ambiente controlado, para generar vínculos de aceptación, ahuyentar miedos, borrar heridas y facilitar su adaptación a la sociedad.

Salvo algunas deserciones, las estadísticas de seguimiento a los egresados ponen de presente el alcance del programa, reflejado en ejemplares historias de éxito de jóvenes que proyectan el futuro con mejores alternativas, a través del impulso de parcelas productivas.

Sin campo no habrá ciudades, señala el director ejecutivo de Panaca, Luis Javier Botero. Estas viven y se alimentan de los cultivos rurales, un área dispersa y abandonada que registra atraso y creciente brecha de desigualdad con los polos urbanos. Ocho de cada diez campesinos colombianos están sumidos en la pobreza, carecen de educación básica y cobertura de salud, y laboran con las limitaciones del precario nivel de capitalización rural.

El posconflicto surge como oportunidad para crear conciencia sobre la necesidad de incentivar el desarrollo del campo, evitar emigración y reducir pobreza. Rescatarlo ofrece innumerables posibilidades de diversificación turística, con atractivos productos sostenibles de relajamiento, descanso y recreación, que conllevan beneficios socioeconómicos en generación de trabajo y renta turística.

Panaca, con el apoyo de MinAgricultura y la Agencia Colombiana de Reinserción, demuestra que, con una adecuada articulación entre sectores público y privado, será posible apostarle al reverdecimiento agrario, pero también a la reinserción social, a fin de sortear la reincidencia y fortalecer la seguridad ciudadana… Una posibilidad para pasar —quizá— del relajo a la relajación.

gsilvarivas@gmail.com

@Gsilvar5

 

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