Arauca: 'clúster' de paz

Saúl Pineda Hoyos
30 de mayo de 2011 - 11:00 p. m.

Un sentimiento recorre la frontera y los llanos de Arauca: la visible preocupación de múltiples actores locales frente a la persistencia de los problemas de orden público, que ya no pueden ser soslayados por el Gobierno Nacional.

No obstante, todos coinciden en las posibilidades que tiene el departamento para mejorar simultáneamente el desarrollo competitivo y la  inclusión social en los próximos años.

Hoy  se ha convertido en un imperativo ético que  la nueva  bonanza petrolera se traduzca en mayor desarrollo económico local y empleo para la región. Cabe recordar que este año el departamento proyecta recibir  un monto superior a los 400 mil millones de pesos por concepto de regalías. También hay conciencia creciente en torno a las oportunidades  existentes para desarrollar proyectos agrícolas de gran escala. Según la FAO, los fenómenos climáticos globales han venido presionando hacia arriba los precios internacionales de los alimentos, que han aumentado 47,7% en los últimos dos años. En este contexto, varios inversionistas locales y extranjeros han encontrado en la Orinoquía un lugar propicio para la consolidación de una gran despensa alimentaria nacional y mundial.

De manera simultánea, existe amplio consenso en torno al potencial que tiene Arauca tanto en el sector ganadero como en el cacaotero. Arauca junto con Casanare son los territorios que tienen una mayor proporción de terrenos con vocación ganadera. Así mismo, el departamento se ha consolidado como el segundo productor de cacao en el país y el de mayor rendimiento por hectárea.

Todas estas oportunidades, que han sido discutidas de manera recurrente por la Comisión Regional de Competitividad, podrían cambiar radicalmente la vida de muchos araucanos en los próximos años. Sin embargo, la Comisión tiene claro que ninguna de estas oportunidades es viable si la presencia de la fuerza pública en el departamento no se traduce en acciones más eficaces y en mayores certezas para inversionistas, empresarios y trabajadores de la región. En este sentido, la seguridad del departamento no se puede limitar a la vigilancia de un oleoducto, que concentra gran parte de los esfuerzos en la actualidad.

Es evidente el clamor por convertir al departamento en un gran cluster de paz. Pero esta inquietud trasciende la voluntad de las instituciones locales: se requiere, además, del compromiso decidido del Gobierno Nacional con la seguridad y con los proyectos económicos y sociales de esta región fronteriza.

* Director CEPEC Universidad del Rosario

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