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‘Arcadia’ y sus mujeres

Aura Lucía Mera
27 de octubre de 2009 - 04:31 a. m.

MARIANNE PONSFORD SE LANZÓ con todos los fierros en su última edición de Arcadia.

Edición para coleccionar y, ojalá, hacer llegar a colegios y universidades. Impactante la selección de mujeres escritoras que rompieron esquemas, barreras infranqueables del machismo imperante en sus épocas, tabúes, cortapisas, diques y leyes. Mujeres que empuñando la pluma como única arma y lacerando con la sangre de la tinta el papel en blanco, lograron revolucionar la historia de la mujer, hasta entonces condenada a parir, obedecer, bordar y callar.

Muchas terminaron buscando en el suicidio la salida para “el dolor que da el conocimiento”. Otras buscaron seudónimos masculinos para lograr figurar en el mundo de los libros. Algunas se tuvieron que exiliar y dejar sus raíces, porque en su patria no las aceptaban. Pero todas ellas lograron lo que parecía una utopía a finales del siglo XIX y hasta mediados del XX: abrir las puertas a la mujer al universo del pensamiento, de las letras, de las universidades, de la ciencia y del derecho a intervenir en la política, en el periodismo, en la cátedra, en el arte, en el cine, en la pintura, inclusive en la religión.

Los códigos de sumisión absoluta, pasividad en el sexo, la maternidad como única meta, la dedicación absoluta a las labores domésticas, cocina, limpieza del hogar y velar por la ropa del marido, la discreción en las opiniones y el cuidado en las lecturas, pasaron a mejor vida, así muchas tuvieran que romperse el alma en el recorrido. El mandato del “débito conyugal” y la obediencia al “esposo” en todos sus requerimientos sociales y sexuales, también se fueron guardando en el baúl de los recuerdos amargos y silenciosos.

Marianne Ponsford y su equipo de trabajo, al cumplir los cuatro años con Arcadia , logro milagroso en este país donde la cultura pasó a un plano relegado al olvido y las mujeres cayeron en la trampa de las siliconas, las cirugías plásticas, la anorexia y la obsesión por la eterna juventud, nos recuerda en su editorial, al rendir un homenaje a Virginia Woolf, Doris Lessing, Louise May Alcott, las hermanas Brontë, Jane Austen, Alfonsina Storni, Susan Sontag Dorothy Parker, Anaïs Nin, entre otras, “en estos días de las muñecas de la mafia, que hay otros modelos de mujer, y que nuestras libertades son el resultado de la inteligencia encerrada de muchas mujeres que nos precedieron“.

Bien por Arcadia . Bien por incluir en su escogencia mujeres colombianas de la talla de Marvel Moreno y Helena Araújo, quienes también tuvieron que renunciar a sus matrimonios, su patria y sus obligaciones domésticas para poder dejarnos un legado literario importante y valeroso.

Me atrevo a engrosar la lista, así no pertenezcan al campo de las letras. Beatriz González, Débora Arango, Feliza Bursztyn, Maritza Uribe, Esmeralda Arboleda… podría continuar. Por el momento, felicitaciones de corazón a la revista Arcadia, que nos regaló en su cumpleaños una edición para guardar, como guía y parámetro, en homenaje a esas mujeres que nos ayudaron a pensar.

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