El presidente Uribe ha afirmado que cuando llegó al poder en agosto de 2002 la ciudad estaba tomada por el terrorismo mientras el ex candidato Arias ha proclamado que a la guerrilla no se le combate con mimos ni girasoles símbolos asociados a Mockus.
Vale la pena mostrar su récord en materia de seguridad en Bogotá en sus dos administraciones alternadas por la de Peñalosa. En 1990 la tasa de homicidios de Bogota era de 46 por cada cien mil habitantes según la Policía Nacional (equivalentes a un total de 2258 muertes) que se disparó a 80 (4378 muertes) en 1994.
Eran los años de auge de los carteles de Medellín y de Cali y del desbordamiento de la justicia por la actividad criminal.
Durante Mockus I (enero de1995-diciembre de 1997) la tasa de homicidios disminuye de 65 a 47 mientras que bajo Peñalosa (1998-2000) cae a 36. Al finalizar el segundo mandato de Mockus (2001-2003) la tasa de homicidios de Bogotá se había reducido a 24. En total el número de homicidio se redujo en 56% desde el comienzo de la primera administración Mockus hasta el final de su segunda (de 3665 a 1605).
La disminución de la tasa y del número de homicidios durante Mockus II es particularmente destacable pues ocurre en un momento donde la tasa del país se estaba incrementando y de hecho saltó de 60 a 72 entre 1998 y 2002 principalmente como consecuencia del auge de la violencia guerrillera y paramilitar.
Si se analizan las dos administraciones Uribe en materia de disminución de la violencia homicida en sus casi ocho años de gobierno encontramos que desde 2002 hasta 2009 la tasa de homicidios disminuyó de 72 a 36 mientras el número de homicidios se redujo en 46% pasando de 29471 a 15804.
A pesar de las diferencias en cuanto a las problemáticas de seguridad del orden nacional versus el local no se puede afirmar en forma categórica que la seguridad democrática ha sido más exitosa que lo que fueron las políticas de los alcaldes Mockus-Peñalosa. En materia de resultados sobre la violencia homicida las cifras parecerían favorecer a los ex mandatarios capitalinos.
Las políticas implementadas para la reducción de los homicidios en la capital combinaron acciones de cultura ciudadana, pedagogía y estrategias más duras como el aumento del gasto en policía y la mayor eficiencia de esta última. De hecho, fue la acción de la policía la que tuvo el mayor impacto sobre los indicadores de actividad criminal en la capital. En 1994, la Policía Metropolitana registró 15 mil capturas por diversos delitos saltando a más de 60 mil en 2002.
Los resultados descritos se dieron gracias a la acción del gobierno distrital y de los comandantes de policía de la ciudad que implementaron políticas coordinadas que recuperaron el imperio de ley a nivel local- en un contexto de deterioro nacional. La cultura ciudadana (“los mimos y girasoles”) al exaltar el respeto a la vida contribuyó también –aunque en menor medida- a la disminución del crimen violento en Bogotá.