Publicidad

Asomados al precipicio

Columnista invitado EE
10 de mayo de 2013 - 11:00 p. m.

Si hace apenas una semana alguien creía que la crisis en Siria no podía complicarse más, se equivocaba. El asunto del uso de armas químicas está todo menos claro.

Los rebeldes parecen dispuestos a alienar cualquier apoyo internacional con el que contaran. Y para que la mezcla sea aún más inestable, Israel irrumpe en escena conduciendo operaciones militares en Siria. A cada nuevo acontecimiento, todo se convierte en más confuso y tenso, sin que en lo esencial —la lucha sin cuartel entre los rebeldes y el régimen— haya cambio alguno. ¿Posibilidades de solución? Lejanas. Débiles.

Del uso probado —según Francia, Inglaterra y Estados Unidos— de armas químicas por parte del régimen de Al Asad, en estos días hemos pasado a que una comisión de la ONU señale la posible responsabilidad de rebeldes. Todo al revés.

¿Un nuevo fiasco de los servicios de inteligencia occidentales? El fantasma de las armas de destrucción masiva de Irak sobrevuela. Quedarse de brazos cruzados ante el uso de armas químicas pone la credibilidad de la administración estadounidense en juego. ¿Se dejará llevar Obama por Francia e Inglaterra a la intervención —como ya ocurrió en Libia—?

Y los rebeldes comenten errores que conducen al aislamiento. Superados por las fuerzas de Al Asad, quedarse sin apoyos —o al menos simpatías— internacionales supondría quedar solos frente al régimen: ¿vía libre para una campaña de represión total?

Bajo la etiqueta de “rebeldes” sólo tenemos la certeza de que están los que comparten su oposición a Al Asad, pero ¿quiénes son y qué quieren además de derrocar a la dinastía Al Asad?

Y en medio de la discusión sobre cuáles son las líneas rojas del conflicto que ninguna de las partes debe atravesar, Israel atacó almacenes de misiles que podrían tener como destino Hizbolá. Las acciones de Israel pueden desviar la atención de la opinión pública del conflicto sirio y provocar una reacción de solidaridad en el mundo musulmán con el régimen de Al Asad.

Para el gobierno de Tel Aviv el cálculo es otro. La debilidad siria es una oportunidad de atacar las líneas de abastecimiento que, desde Irán, nutren a Hizbolá, pasando por Siria. Los estrategas israelíes cuentan con que el gobierno sirio no reaccionará, porque no puede manejar al mismo tiempo una crisis externa y la lucha contra los rebeldes. ¿Pero si es Hizbolá la que responde? ¿Qué haría Israel? Porque una nueva escalada —en realidad la enésima y nada nueva— que involucre a Tel Aviv haría desaparecer la crisis siria de los noticieros y volvería a centrar la tensión en Oriente Medio alrededor de Israel. Además de Siria, Irán, sin duda, se beneficiaría.

Las apuestas son cada vez más arriesgadas. Todos parecen dispuestos a asomarse al precipicio.

* Miguel Benito, Docente en la Universidad Externado de Colombia. Analista y Consultor político.

@mbenlaz 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar