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Beligerancia y terquedad

Felipe Zuleta Lleras
15 de enero de 2008 - 07:56 p. m.

Me importa un carajo lo que piensen los uribistas y sus constantes vaciadas, amenazas e improperios, pero no me cansaré de sostener que la liberación de Consuelo y Clara jamás hubiera sido posible sin la mediación, valiente, decidida y audaz, del presidente Chávez y Piedad Córdoba, cuya obstinada actitud para traer a estas ciudadanas al seno de sus hogares contrasta con la también obstinada actitud del presidente Uribe para evitar el acuerdo humanitario.

Las imágenes del reencuentro de Clara y Consuelo con sus familiares me produjeron infinita felicidad, pero también rabia al saber que mientras el presidente del vecino país se la ha jugado toda por los colombianos secuestrados por las Farc, nuestro Gobierno, nuestro Presidente y sus ministros no han hecho nada para lograrlo. Comenzando por Uribito, todos los ministros expelen discursos que aniquilan cualquier tipo de acercamiento pacífico con el enemigo y, para rematar, el Comisionado de Paz sólo vocifera adjetivos de guerra, cuando su papel debería ser de conciliador. Como si con esta actitud se ganara la guerra y se superara el conflicto que, ellos afirman, no existe.

Por supuesto no hay que olvidar que las Farc son unos criminales cuya conducta es repudiable, pero también debemos recordar que la vida de quienes ellos secuestraron depende de las negociaciones que el Estado haga para lograr su liberación. Al ver libres a Clara y a Consuelo se me avivó el odio que le tengo a la guerrilla, cuya actitud es tan, tan despreciable, como la que le tiene el propio Gobierno cuando se trata de hablar del acuerdo humanitario.

Y por no hacer ese acuerdo humanitario, Colombia tiene que pagar el precio de un presidente latinoamericano reconociéndoles el estatus de beligerancia a las Farc, con todas las consecuencias que eso traerá. Uribe con su terquedad y Chávez con su corazón puesto en la guerrilla, han permitido a las Farc reencaucharse cometiendo delitos.

Esta decisión de Chávez pone a los demás secuestrados en una situación muy complicada, porque a partir de ahora Uribe jamás permitirá que Chávez vuelva a intervenir en la liberación de otros retenidos. Triste desenlace para una historia que podía haber tenido un final feliz.

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Notícula: Siento mi más enérgica protesta contra Francisco Santos, quien sostuvo que las recién liberadas se despidieron de las guerrilleras de beso porque “sufren del síndrome de Estocolmo”. Acaso, pregunto, ¿qué pretendía el señor Santos? Que ¿“les pegaran en la cara, marica”? Y es que el señor Santos ¿no se ha dado cuenta de que es él quien sufre del síndrome de Estocolmo, al trabajar con los parientes y amigos de quien lo tuvo secuestrado? Razón tiene Daniel Samper cuando sostiene que Pablo Escobar no tiene la culpa de ser primo de José Obdulio Gaviria, con quien el señor Santos labora. ¡Ese, señor Vicepresidente, es el verdadero síndrome de Estocolmo!

Felipezuleta.blogspot.com

 

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