Beneficio mutuo

Gonzalo Silva Rivas
29 de julio de 2014 - 10:00 p. m.

A Colombia y Portugal los separan no solo el inmenso Océano Atlántico, el más joven y el segundo más extenso de la tierra después del Pacífico, sino gran parte de sus indicadores socioeconómicos.

El desempleo y la deuda pública castigan con mayor dureza al país europeo, en tanto que la renta per cápita y la esperanza de vida son menos generosas con el suramericano. La primera tiene menor densidad de habitantes por Km2, pero supera en más de 38 millones a la segunda y la sobrepasa doce veces en su extensión.

Las dos naciones iberoamericanas -y de algún modo hispanoamericanas, si se mira desde una rigurosa interpretación historiográfica- mantienen relaciones diplomáticas desde 1857 y disponen de sendas representaciones, pero su interrelación comercial y de cooperación no es lo suficientemente activa, productiva ni beneficiosa. En los primeros cuatro meses de este 2014, por ejemplo, Colombia suma US$80 millones en exportaciones, mientras que Portugal apenas supera los US$26 millones.

Los tres años de recesión en Europa les ha permitido a los lusitanos poner la mira de su diplomacia en las tierras del sur, las mismas a las que por razones estratégicas y económicas llegaron en cabeza del navegante Pedro Cabral, desde 1500, en su marcha colonizadora. Colombia, considerado uno de los tres destinos claves de la región, hoy forma parte de su agenda oficial para estrechar lazos, abrir empresas y promover inversiones. Pasa al tablero como una alternativa auspiciosa para abonar el mercado latinoamericano que tiene como socio natural a Brasil, cuya balanza comercial también le es desfavorable. Le exporta US$583 millones, y le compra US$1.386 millones.

Con los nuevos vientos que soplan, esperan llegar, y abrirse camino en el país, cadenas hoteleras, empresas de alimentos, almacenes de ropa y calzado y compañías diversas que encuentran en Colombia a un jugador robusto y con alto potencial de crecimiento. El Gobierno Nacional tampoco es ajeno al entusiasmo y descubre un socio ideal para atraer inversiones, fomentar el turismo y empujar su oferta exportable, encabezada por el café, el carbón y las bananas, ejes de una política de fortalecimiento empresarial y económico.

Dentro de este proceso para potencializar las relaciones entre las dos naciones, variable fundamental es la presencia de un operador aéreo, que confirma que las dinámicas de la economía mundial y de la aviación se entrelazan. El reciente arribo a Bogotá de TAP, la reconocida aerolínea portuguesa que conecta con 60 de destinos de Europa y África, es el factor determinante y estratégico en esta nueva etapa bilateral de comercio y turismo.

Como lo dijera en Bogotá el viceministro de Turismo portugués, Adolfo Mesquita, la nueva ruta Bogotá-Lisboa les permitirá a estos dos países –distantes en el mapa pero cercanos en sus raíces- descubrirse el uno al otro y, obviamente, tener un beneficio mutuo.

gsilvarivas@gmail.com

 

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