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Bogotá a corto y largo plazo

José Salgar
08 de febrero de 2009 - 03:00 a. m.

ESTABA PREVISTO: EL PICO Y PLACA de días enteros es otro de tantos intentos de buscar soluciones a corto plazo, con más oportunismo que técnica. Sería bueno que en las reformas al avanzar el proceso que tiene en ascuas a los automovilistas bogotanos, se mirara al largo plazo, consultando a los profesionales que mejor pueden resolver los enredos del tránsito urbano.

De la mayor actualidad es un libro sobre el transporte en el desarrollo de Colombia, que editó la Universidad de los Andes, confiado a un grupo de expertos, entre ellos, para la parte interurbana, el doctor Germán Ospina y el ex director de Planeación, doctor Juan Carlos Echeverri, y para la parte urbana, los doctores Jorge Acevedo, Juan Pablo Bocarejo, Germán Lleras y Álvaro Rodríguez. Se trata de una visión amplia y detallada de las perspectivas, con miras al año 2040. Con la proyección de estadísticas reales se tienen en cuenta los adelantos científicos en materiales y modelos para vías y edificaciones y los cambios en formas de vida y densidades urbanas.

En universidades y academias se hacen investigaciones por el estilo, que nada tienen que ver con los escándalos de teóricos ocasionales. Hay cada vez mayor vocación para las diversas carreras relacionadas con el transporte y puede asegurarse que ya está en acción un equipo humano preparado para atender con amplia seriedad las necesidades de ciudades como Bogotá.

En 2040 la ciudad deberá estar transformada por las obras previstas para el V Centenario, en agosto de 2038. Están por delante 30 años que pasarán con rapidez y son el mejor campo si se gobierna con aciertos y no con improvisaciones. Bogotá en los últimos 40 años ha dado ejemplos de importancia mundial al crecer como ciudad moderna a pesar de ser capital de un país en guerra fratricida. Este es el momento para buscar soluciones que aseguren una ciudad ideal para trabajar, vivir y disfrutar.

Puede ser que Colombia salga con éxito de la crisis mundial económica y puedan cumplirse aspiraciones como la de ampliar los límites del D.C. a toda la extensión sabanera. Las legiones de veteranos profesionales, de expertos que están entrando a ocupar cargos de responsabilidad o de los que están próximos a salir de las aulas universitarias, son la mayor esperanza para esa gran Bogotá del futuro.

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