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Bogotá, ¿más humana?

Felipe Zuleta Lleras
23 de marzo de 2013 - 11:00 p. m.

Por supuesto que lo que diré más adelante será tomado personalmente por el alcalde Petro, pues una de sus características es asumir que todo lo que se hable de Bogotá es contra él. Pero debo decir, para empezar, que la tragedia de la capital es la sumatoria de tres malos gobiernos consecutivos que, por ineficiencia o corrupción, han hecho de nuestra ciudad un sitio invivible y con una pésima calidad de vida.

La movilidad es absolutamente caótica, pues transitar se ha vuelto imposible, no sólo para quienes usamos vehículo, sino, peor aún, para quienes utilizan el servicio público. El Transmilenio, que funcionó a las maravillas, es ahora todo un suplicio para quienes lo usaran por obviarse la utilización de los apestosos y contaminadores buses y busetas.

El servicio de taxis, que antes funcionaba, ahora es un desastre, pues ya ni los que uno llama por teléfono aparecen. El estado de las vías y los puentes, caótico. Todavía tengo dudas de que el agua no esté contaminada en algunos lugares de la ciudad a pesar de lo explicado por la Empresa de Acueducto. La contaminación se siente de una manera impresionante. Pululan las enfermedades respiratorias y los niños menores viven enfermos. Los conductores se pelean cada metro de espacio haciendo lo que se les viene en gana. Se cruzan como desaforados de un carril al otro sin poner direccionales, se estacionan en donde les parece, se volvieron a parquear encima de los andenes, los bolardos están chuecos y sucios, no hay un solo andén parejo, y los separadores de la mayoría de avenidas y pequeñas calles están sin mantenimiento. No hay un solo puente o edificio que no tenga un grafiti o un afiche.

Ni para qué hablar de las salidas de Bogotá. La calle 80 al occidente, caótica; la Autopista Sur, por Soacha, destrozada y echa un muladar; la salida al Llano, taponada, y la salida por la Autopista Norte, bloqueada, en donde los carros andan por horas búmper contra búmper.

La mayoría de los parques, descuidados. Entre otras, por culpa de los ciudadanos que llevan a sus perros a cagar y no son ni siquiera capaces de recoger los excrementos. Porque, hay que decirlo, el caos de la ciudad no es culpa exclusiva de sus administradores y algunos funcionarios corruptos.

Petro llegó con una ciudad pensada en su cabeza, y seguramente con buenas intenciones, pero sin tener ni la menor idea de cómo ejecutar sus proyectos. Por eso el desastre en las basuras, en la facturación, en la poca permanencia de algunos de sus funcionarios, en la parálisis del metro, en el estancamiento de la ALO, en el caos del Transmilenio, por sólo mencionar unos pocos casos. Se le abona, sí, lo que está haciendo con el Bronx, el pretender fallidamente arreglar el desastre del cobro por valorización y el tema de atención a los drogadictos. Y hay que ser justos: a pesar de que siguen degollando personas para robarles su celular, como lo denunció Blu Radio, los índices de criminalidad han bajado.

 

 

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