Buen “Orfeo” de Gluck

Manuel Drezner
21 de junio de 2017 - 04:19 a. m.

El Orfeo y Eurídice de Gluck llegó al Teatro Santo Domingo con una presentación meritoria que dio buena cuenta de la insigne ópera. La parte musical estuvo a cargo de la Filarmónica de Cali, dirigida por Adrián Chamorro, quien hizo una versión musical con tiempos ajustados y buen equilibrio entre las partes, todo lo cual ayudó a confirmar que Chamorro sin duda es uno de los talentos artísticos colombianos de mayor envergadura. Las tres cantantes que tuvieron a su cargo la versión incluyeron a la mezzo Paola Gardina, de hermosa voz y que en ese papel titánico se desempeñó con altura, así a ratos mostrara cansancio, ya que esa parte es una de las más agotadoras de la tradición lírica. Eurídice fue Amalia Avilán, de buen desempeño, y Amor lo cantó Karolyn Rosero, con gracia en lo que dejaron de su parte.

La leyenda de Orfeo ha sido usada extensamente, como lo muestran ejemplos como el que la primera gran ópera que aún figura en el repertorio es el Orfeo de Monteverdi, y que la que marcó la gran revolución en el género, la de Gluck, es sobre ese tema. Están igualmente una bella obra de Haydn y la deliciosa tomadura de pelo que es el Orfeo en los infiernos de Offenbach, además de ballets como el de Stravinsky y lo representado en pintura y en literatura. En cine hay películas como Orfeo negro, que se desarrolla en el Carnaval de Río, y la obra maestra de Cocteau con ese nombre. Lo recurrente del uso del personaje de Orfeo se debe a su cantidad de símbolos, desde el de haber sido padre de las musas hasta el filosófico de que quien mira atrás pierde lo que ha logrado. A pesar de que el montaje escénico fue bastante correcto, esto último no se tuvo en cuenta y Orfeo durante la representación miraba continuamente a su esposa resucitada sin que a ella le pasara nada. No se olvide que la orden de los dioses es que Orfeo no puede mirar a Eurídice hasta haber vuelto a la tierra. De resto, fue una representación interesante, con algunos lunares menores, en especial, en el primer acto, el tener al coro de dolientes vestidos de negro delante de unos paneles igualmente negros, con el resultado de que casi no se distinguían. Pero escenas como la de los Campos Elíseos fueron muy hermosas y en total la representación que montó Alejandro Chacón fue bastante digna.

Hubo participación en las escenas de danza del Colegio del Cuerpo que dirigen Álvaro Restrepo y Marie France Delieuvin, y ellas agregaron positivamente a la representación, aunque es lástima que no se haya aprovechado la presencia del buen conjunto para hacer las danzas finales que figuran en la partitura. Pero en total todo fue de mérito y dio la oportunidad para ver una obra básica de la historia de la música.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar