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Buenos días, buena radio

Juan Carlos Gómez
03 de septiembre de 2012 - 12:32 p. m.

La historia de la radiodifusión es emocionante.

Entró en operación antes de que tuviera una masa de oyentes; apenas unos marineros taciturnos en el Atlántico Norte. Aún en medio de interminables discusiones académicas el invento se le atribuye al canadiense Reginald Fessenden, quien la noche de navidad de 1906, a través de las hondas hertzianas, trasmitió un mensaje leído de la Biblia y la canción O Holy Night, interpretada en violín por él mismo.
 
David Sarnoff, con su idea de hacer del receptor de radio una “caja de música” dispuesta en todos los hogares, fue el pionero de su explotación comercial, que empezó en 1919 con la conformación de la RCA. Desde hace casi un siglo la radio se convirtió en el primer medio masivo de la historia y aún se mantiene incólume con un futuro promisorio, gracias a que se anticipó a dos atributos de la tecnología moderna: La ubicuidad y la movilidad.
 
La BBC, las radios libres tras la Cortina de Hierro y las emisoras piratas en Europa en los años 60 y 70, fueron indispensables para forjar un mundo más diverso y democrático.
 
El diexismo -la afición a la recepción de señales lejanas de radiodifusión sonora-, fue tal vez el precursor de la globalización de los medios de comunicación, muchas décadas antes de que existiera Internet.
 
En contra de todo pronóstico, la Web se convirtió en el mejor aliado de la radio; aplicaciones como Tunein Radio permiten oír miles de emisoras del mundo entero. Además, casi todos los terminales de telefonía celular -aunque no sean smart phones-, son también receptores de radio. La edad de oro de la radio no parece terminar.
 
En Colombia, ya es tópico decirlo, se ha hecho una radio de excelente calidad, aunque hoy en día no es la regla en la mayoría de la programación. A pesar de la competencia, afortunadamente el medio logra obtener una considerable audiencia, tanto en noticias como en programas de opinión. Para que esto siga sucediendo es indispensable que los dioses de la mañana se acerquen de verás a los oyentes, con seriedad e investigación, sin pontificar y sin llamadas anodinas ni contenidos ramplones.
 
 

 

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