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¿Camino a la desintegración?

Mauricio Botero Caicedo
02 de agosto de 2015 - 02:00 a. m.

EN LAS PRÓXIMAS SEMANAS —DE llegarse a concretar las amenazas de los líderes catalanes, Artur Mas y Oriol Junquera— días aciagos va a atravesar la Madre Patria.

Alardeando que lo harán burlando las leyes y despreciando, como bien lo señala un reciente editorial del diario El País de España (julio 24/15), “los preceptos de una Constitución votada por una amplia mayoría de los catalanes y del resto de los españoles”, Mas y Junquera impulsan una declaración unilateral de independencia de Cataluña.
 
El presidente Mariano Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (cabeza del PSOE), argumentando que el plan del presidente de la Generalitat viola la ley y fractura la sociedad, coinciden en que la aventura secesionista de Mas y Junquera es tan ilegal como descabellada. El rey Felipe VI, ya molesto con el infantil despliegue antimonárquico de la alcaldesa de Barcelona, Aida Colau, al retirar el busto del rey Juan Carlos del Ayuntamiento, anunciando la próxima eliminación de símbolos de la Corona y de nomenclatura vinculada a la monarquía de las calles y edificios de la ciudad, les ha hecho saber a Mas y a Junquera que “el respeto a la ley no puede ser una alternativa”.
 
El presidente catalán, con la altivez y arrogancia que ha caracterizado su discurso, anuncia un nuevo modelo tributario como parte de las medidas para la futura ruptura con España. Mas lo que le está prometiendo a los catalanes es pagar impuestos como Suecia o Australia. Ante tremendo despropósito, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ha afirmado que las declaraciones del líder secesionista son “un paso más hacía ninguna parte”.
 
 Para que Mas y Junquera puedan imponer sus ambiciones soberanistas es imprescindible que saquen más de 68 escaños de 135, una mayoría que no fueron capaces de lograr los escoceses en el 2014 ni los quebequeses en 1995, pero sí los montenegrinos (más del 50% de los votos). De lograr los escaños y los votos, y aunque la Constitución no lo contempla, las alternativas para Rajoy y el PP son complejas: ¿Suspender la autonomía y asumir desde Madrid la administración? ¿Encarcelar a Mas y a Junquera? ¿Derogar el Estatut y disolver el Parlement?
 
Sorprende que en la Unión Europea no les preocupe demasiado las intenciones de la dupla Mas-Junquera. De alguna manera en Bruselas creen que es tan incoherente la aventura de Mas y su socio que no amerita prestarles mucha atención. Las que sí deben estar muy preocupadas son las empresas catalanas, incluyendo las de servicios financieros: entre el 30 y el 50 por ciento de su facturación proviene del resto de la península, facturación que en caso de una ruptura unilateral e ilegal, muy seguramente va a tender a evaporarse.
 
En un reciente artículo, el escritor Santiago Roncagliolo resume admirablemente lo que le puede llegar a ocurrir a Cataluña: “El nacionalista catalán cree que los suyos son más eficientes, modernos y cultos que un andaluz o un gallego, y resume todas esas cualidades en el concepto ‘más europeo’. En general, muchos europeos están convencidos de ser mejores que los demás y ya no reparan en el tufillo xenófobo de considerar su origen como una cualidad…La paradoja es desoladora: basados en un elevado concepto de su propio cosmopolitismo, los nacionalistas están construyendo una sociedad más provinciana. Por enormes que sean sus banderas en plazas y estadios. Por fuerte que griten en catalán e inglés. Por muchas embajadas que quieran abrir. Su único proyecto cultural es precipitar a Cataluña orgullosamente hacia la irrelevancia”.

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