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Carranza: Economía y política

José Roberto Acosta
05 de abril de 2013 - 11:00 p. m.

Desde antes de la mafia de la marimba y la coca la de las esmeraldas ya estaba establecida y, después de una carnicería sin cuartel, se llegó a una tregua entre sus cabecillas en los años noventa, quedando Victor Carranza como su gestor, algo similar al Frente Nacional.

Con personajes como Carranza queda en evidencia que el poder no es algo que posee una clase social, es algo que se ejerce. La paz de Carranza no se logró mediante la acción comunicativa de los argumentos, sino mediante la acción instrumental de la fuerza, ejercida por un individuo más poderoso que el Estado mismo en sus zonas de influencia. Pero a diferencia de la coca, el comercio de esmeraldas es legal, por ello Carranza entendió que quien controlara el monopolio de su producción sería quien mandara. El Estado nunca fue para Carranza el lugar privilegiado de poder, solo una manifestación más de poder.

Hasta la Iglesia se volvió funcional a su propósito, como lo ha sido a los diferentes oligopolios económicos enquistados en nuestra Nación como el de las bebidas, el cementero, el de comunicaciones y el de la política. Una trama de poder articulada para que no pase nada y todo siga igual, para que los oligopolios perduren, porque la máxima aspiración del poder es la inmortalidad, como lo prueban nuestros expresidentes.

Esta tecnología de poder usada por Carranza en vida iba en contra de la libre competencia, tan defendida por algunos antichavistas, y contra la democracia participativa, defendida sin delimitarla por despalomadas columnistas, y en esto nuestra clase política es igualita, detentan oligopolios burocráticos en el sistema de salud, de contratación, de diplomacia, de asistencia social, entre otros, y les basta con heredar de una generación a otra dicho poder, independientemente de si representan o no a sus dominados y sin legitimidad ética.

Sin apertura económica a la libre competencia y sin apertura política que empodere a más ciudadanos pero diferentes a las cínicas castas de siempre, la falta de movilidad económica y social pudrirá nuestra nación como se pudre el agua estacada, mientras los valores se siguen tergiversando con novelas televisivas que hagan aparecer a criminales como salvadores de la patria y a ladrones como grandes empresarios.

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