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Carta a Antanas Mockus

Patricia Lara Salive
06 de marzo de 2015 - 03:28 a. m.

Apreciado profesor mockus:

Me excuso por no acompañarlo este domingo a la Marcha por la Vida pues me encontraré en España. Pero estaré con usted de corazón, caminando al lado de los millones de colombianos que aprendimos de sus labios, hace varios años, que la vida es sagrada y que, por ello, nos indignamos al oír a aquellos compatriotas que definitivamente parece que no quieren entender la dimensión de nuestro momento histórico, atentar contra su nombre al afirmar que esa marcha fue pagada por el Gobierno, ya que la institución que usted dirige, “Corpovisionarios, tiene un contrato con el Fondo de Programas Especiales para la Paz por un monto de $480 millones”.

No, profesor Mockus: usted convocó esa marcha porque está convencido de que la vida es sagrada y porque quiere convencernos a todos de que no tiene sentido matarnos más. Y por ese motivo invitó a marchar al senador Uribe, quien no parece querer hacerlo, y al presidente Santos, que sí lo va a hacer, y a los de las Farc, a los cuales ojalá el Gobierno los autorice a designar una delegación que quiera y pueda marchar con usted por la vida.

Doctor Mockus, es sabido que los peces, cuando cambian de agua, a veces hasta pueden cambiar de sexo. Algo parecido puede suceder con los hombres cuando se les mejora el entorno y el trato y, en lugar de recibir insultos, acusaciones y de ser sometidos a tortuosos juicios, sienten que se les escucha, se les entiende y se les recibe en sociedad. Entonces es factible que se conviertan en mejores seres humanos. Es famoso el hecho de que la delincuencia en el metro de Nueva York bajó enormemente cuando lo limpiaron, lo arreglaron y le pintaron sus paredes: a los delincuentes ya no les llamaba la atención delinquir en un ambiente amable. Si seguimos un camino parecido, podría pasar lo mismo en Colombia. Entonces sería mucho más fácil convivir en paz.

Es que, como bien lo dice Corpovisionarios en el estudio de más de 100 páginas que, para que se logre crear un clima propicio para la paz, le contrató el Gobierno, y por el cual le pagó la suma que con tanta mala fe fue utilizada en su contra por los enemigos del proceso, los males que carcomen a la sociedad colombiana y que la vuelven campo abonado para el desarrollo de la violencia son el maniqueísmo y la desconfianza. Dice el estudio que más de la mitad del país cree que más de la otra mitad es corrupta y deshonesta, y que sólo menos de la mitad, entre la cual, por supuesto, se encuentran los distintos encuestados, obra de manera adecuada y honesta. Es decir, que cada cual sospecha de su vecino y cree que el otro es pícaro y ladrón hasta que no se demuestre lo contrario. Esto significa, ni más ni menos, que el mal nacional se llama desconfianza.

Pero, lo que es peor, como afirma el estudio que dice usted, es que “somos como nos vamos construyendo, como nos imaginamos y, sobre todo y curiosamente, muy parecidos a lo que creemos que son los demás, es decir, si yo me imagino al colombiano promedio tramposo, me voy volviendo, casi sin darme cuenta, tramposo; si creo que el colombiano promedio es honrado, me vuelvo honrado”.

Por eso, ¿qué tal si en lugar de calificar de asesinos a los de las Farc, los miramos como a seres humanos que tuvieron unas razones para escoger la guerra como opción de vida, que desean contárnoslas y que anhelan abandonar ese camino?

¿No será mejor marchar por la vida juntos, Uribe, Santos, usted, las Farc, todos, que correr el riesgo de que todos nos volvamos asesinos también?

 

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