Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
15 de noviembre de 2012 - 08:06 p. m.

Los medios de comunicación y la llamada opinión pública están enfrascados en otra de las patéticas polémicas del expresidente Uribe, esta vez con el señor Silva Luján.

En sus años de gobierno, la casi totalidad de esos medios convirtieron al señor del Ubérrimo en un Estadista, así, con mayúscula. Ahora convierten cada una de sus gazaperas en hechos que deben inscribirse en la historia del cada día de los colombianos. Lo que sí llama la atención, en esta ocasión, es que un hecho tan grave como el de haber planeado “extraer” a Iván Márquez del territorio venezolano no se condene como contrario al derecho internacional, más aún teniendo fresco el antecedente de la “extracción” realizada en Ecuador que terminó en varios muertos nacionales y extranjeros, la ruptura de relaciones con este país y todas las demás consecuencias colaterales. ¿Se pretendía hacer de la “extracción” una política de Estado? Pero, en fin, no hay que olvidar que estamos en “la democracia más antigua de América”.

Néstor Miranda. Bogotá.
No nos excedamos

La infidelidad a los valores, así como la deslealtad, la mentira, los odios y venganzas son “componentes trogloditas” que no sirven para llevar una vida con altísima dignidad humana; como debe ser. Nadie puede negar que lo anteriormente planteado es incontrovertible e indiscutible.

Hay que ser amigos de la lógica de las cosas. No nos excedamos con los extremismos. La vida es linda y hermosa para que la utilicemos como no es. Está prohibido ser infames y canallas.

No puede ser que estemos en Cuba hablando de paz como de silencio a los fusiles contra la Constitución y las familias, y aquí desde los tales Twitter nos sigamos empeñando en decirles a los niños y a la juventud que la violencia verbal entre los seres humanos es para llevarla a las tecnologías de la información y de la comunicación. Niñez y juventud están recibiendo, en el fondo de la cuestión, “lecciones” del diccionario del diablo. La educación tiene en el ejemplo de la hidalguía a un supremo dinamizador.

En variados momentos de la vida es preferible el silencio como estrategia, para no hacerle eco a muchas posiciones que llevan dinámicas torcidas y falaces para hacerle daño al prójimo.

Tenemos que acostumbrarnos todos a que al decirle al otro nuestras verdades se las digamos en tono mesurado y tranquilo, sin salirnos de la ropa. La calma y la paciencia benedictina deben estar a la orden del día. Nuestro lenguaje no le debe hacer daño a la salud. Muchas veces es mejor dejar a los contradictores con “los crespos hechos”. “No pararles bolas”. Declararlos inexistentes.

Rogelio Vallejo Obando . 

Manizales

lector@elespectador.com

 

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