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Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
18 de diciembre de 2012 - 11:00 p. m.

Me encontré, de viaje por Londres, con la gratísima sorpresa de encontrarme una columna de opinión del director de El Espectador publicada en el último número de The Observer, que para mí es algo así como El Espectador de los domingos cada vez que vengo a esta ciudad, que es a menudo por razón de mi trabajo.

Pero más grata y mayor fue mi sorpresa  por comprobar que alguien que fue víctima en carne propia de la violencia del narcotráfico, tenga la serenidad de pasar la página, no quedarse buscando la persecución de los narcotraficantes en una especie de venganza, y decirle al mundo desde Colombia que es hora de buscar otras opciones que incluyan la legalización porque el camino seguido, del que su familia fue víctima, no ha producido resultados.

Orgullo de colombiano sentí, también, de ver la misma contundencia editorial que tanto admiro de mi periódico en esas líneas, exigiéndole al primer ministro inglés una actitud muy diferente en su corresponsabilidad en el problema de las drogas, hasta mostrándole en sus narices sus inconsistencias de político.

La duda que me asiste es por qué, como dice Cano en el artículo, existe tanto cinismo de parte de los países que mandan en el consumo en el mundo para entrar en serio en ese debate de las alternativas. Porque lo que tenemos es a unos expresidentes latinoamericanos  y ahora el liderazgo del presidente Santos y de Otto Pérez, como menciona el artículo, pero su capacidad de influencia para llevar ese debate a los gobiernos y congresos de los países más poderosos parece  tarea imposible. ¿Qué diablos le va a importar al primer ministro Cameron lo que piense el director de un periódico de un país que como Colombia está tan lejos y tan poco puede influir en los votantes británicos? Y mientras no se dé ese paso a que la legalización se convierta en un tema político mundial y no el deseo o la queja de unos pobres países productores o de tránsito, las gratas sorpresas de los lectores de periódicos o las misivas de presidentes en ejercicio queriéndose mostrar como los líderes mundiales que no son seguirán siendo solo eso, sentimentalismos individuales o colectivos que nada logran.

No estoy demeritando la importancia de ese artículo, ya he dicho todas las virtudes que tiene, pero lo que no alcanzo a creer es que vaya a tener mucho efecto y que la aspiración que tiene esa nota en el sentido de que el mundo se está moviendo hacia allá es ilusa y en extremo optimista. Ojalá me equivoque, porque lo que sí creo es que seguir por donde vamos no va a ser solución alguna para este flagelo de las drogas. 

Federico Cárdenas. Londres.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

 

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