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Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
15 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

Del consagrado escritor y ponderado columnista de El Espectador, Alfredo Molano, cito de su crónica “Fiesta Brava”, publicada en la página 10 de la edición del 9 de los corrientes, el siguiente comentario sobre la faena desplegada en Duitama el 4 de enero por el torero Alejandro Gaviria:

“… Mientras en la plaza lidiaba Fandiño, en la clínica se reponía de una cornada Alejandro Gaviria, un torero que había hecho una faena sólida —que mostró verdades— en la que el toro le hizo un extraño y le atravesó el muslo izquierdo con el pitón: herida limpia para fortuna del matador y de la afición porque volveremos a verlo, ojalá otra vez en Bogotá, cuando reabramos La Santamaría”.

Profundo contraste marca esta crítica con los ponzoñosos mensajes enviados el 6 de enero a través de Twitter por un conocido periodista de nombre Gonzalo Guillén, bajo la denominación de @Heliodoptero, en términos como estos: “Merecida cornada al torero Alejandro Gaviria, en Duitama. Eso le pasa a los cobardes dedicados por oficio a matar y herir a los animales”... “Nada más justo que cuando un toro consigue sacarle las tripas al cobarde torero”... “Al cobarde de Alejandro Gaviria también han debido rematarlo a espadazos en Duitama, cortarle las orejas y sacarlo arrastrado, como al toro”... “Los cobardes de los toreros también deben morir en la corrida por asesinos”... “¡Olé!: En España otro toro logró despedazarle la cara a otro cobarde torero. Ánimo, toros. No hay que acabar los toros sino a los toreros”.

Pienso que se puede ser aficionado o no a las corridas de toros; pero en todo caso no es posible exhibir tan supina ignorancia frente al tema, adosada con agresividad alimentada por sórdidos odios. La suya es una visceral apología de la violencia que hipócritamente pretende conjurar. El notable intelectual español José Ortega y Gasset no era aficionado, pero bien vale la pena leer su análisis profundo sobre la tauromaquia en su obra La caza y los toros. El alevoso francotirador del Twitter podría empezar por una lectura como esa.

Ante la grave cornada que sufrió el torero Alejandro Gaviria, que Guillén celebra con escalofriante fruición, y pese a las naturales angustias que en mí y en mi contexto familiar hubo de generar un accidente taurino de semejante contundencia, considero que, con total respeto por su libre y autónoma voluntad, le diría a Alejandro, si es que algún día él llegare a ratificarme de nuevo su determinación de perseverar en el ruedo, que continúe confirmando en él su alta calidad personal y profesional mediante el valor que allí demuestra siempre. Porque, según su nítida visión como torero, él asume la corrida como artística y justa lid frente al toro bravo, esa peculiar fiera que por su propia naturaleza nace, vive y se preserva como especie, únicamente para ser lidiada cuerpo a cuerpo por el hombre en la arena; admirable animal al que le sobra la casta que, por lo que bien se ha visto, le falta en todo al referido Guillén.

Jorge Gaviria Liévano. Bogotá.

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