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Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
23 de enero de 2013 - 11:00 p. m.

El conflicto armado en Colombia es un fenómeno engendrado por las Farc, bajo el ropaje de una lucha popular y social, para tomarse el poder por la fuerza; mientras la bandera social fue su causa, no dejaron de existir desprevenidos que apoyaron su iniciativa armada.

Este país ha tenido vocación e instituciones democráticas fuertes, donde se ha preferido el debate público a la violencia armada y terrorista.

Son las Farc las que tienen que regularizar el conflicto, pues ellas mismas son las que han optado por los diferentes métodos atroces de lucha, lacerando brutalmente a la población civil, con mutilaciones; destrucción de viviendas, escuelas y de servicios básicos; pérdida de vidas; ajusticiamientos; desplazamientos masivos, despojo de tierras y reclutamiento de niños. Estos hechos reflejan la perversidad contra la población civil y la pérdida de identidad ideológica. La fuerza pública cumple constitucionalmente con su deber.

Édgar Guillermo Bejarano.

Bogotá.

Lectura

La lectura es una sola, ni buena ni mala. ¿Qué es un buen libro? Esto es relativo. Un buen libro no es únicamente el clásico griego, o el costumbrista, o el histórico, o el que obliga el maestro como materia académica. Nuestros niños y jóvenes no saben leer ni comprender, pero lo peor aun es que los docentes y los mayores tampoco. Presencié, nada menos que en la Academia Colombiana de la Lengua en Bogotá, a un expositor, general de la República, muy culto y ponderado, tratando de leer un discurso larguísimo, tedioso, y no pudo. Nunca vocalizó, nunca hizo pausas, martirizándonos por más de una hora. La respiración y la postura son definitivas, algo básico que se aprendía en la primaria. El idioma apocopado utilizado en redes sociales está haciendo carrera, y de la misma manera es utilizado en la cotidianidad.

Colombia está plagado de institutos para comprensión de lectura y del lenguaje, que no sirven para nada, pues los muchachos salen igual o peor de desconcentrados. Mucho psicólogo, exprimiendo a los padres económicamente por la desatención de sus hijos, sin resultados, pues ahora hasta para amarrarse los cordones se necesita un curso. A los que nos tocó el Curso Superior de Lectura, aprendimos a leer y a comprender, sin rejo y sin represión, sepultando el viejo adagio ancestral: “la letra con sangre entra”.

Helena Manrique. Bogotá.

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