Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
13 de marzo de 2013 - 11:00 p. m.

Uno que otro funcionario local ha hecho cosas buenas para Villavicencio.

Por ejemplo, los puentes peatonales que casi nadie usa y que demuestran el grado de cultura que nos caracterizaba como urbe.

Aquí no somos de esas ciudades con cultura ciudadana, como Montreal, Pekín o Tokio. En nuestra sociedad fueron suprimidos el civismo y la urbanidad, y se implantó la pésima costumbre de no ser decentes, ni corteses con nadie.

En esta ciudad, a pesar de estar vigilados por un helicóptero de la Policía, los puentes peatonales, son casa de alcohólicos y drogadictos. Son también el sanitario de muchos ciudadanos subnormales, a quienes el vicio los ha vuelto uno de los obstáculos para la convivencia citadina. O sea, no se usan para pasar las vías. En otras latitudes no hay tanto macho sino hombres que, actuando como ciudadanos comprometidos por la convivencia pacífica, hacen la vida agradable.

En 1980, algunos ilusos pseudoeducadores creyeron que el civismo y la urbanidad eran una tontería que no servía para nada. Y suspendieron su enseñanza en las escuelas y colegios del país. Pretendían así que la gente se volviera educada por obra y gracia del Espíritu Santo.

Tampoco se utilizan las cebras en las vías públicas, y la mayoría se aferra a la patanería y al mal comportamiento ciudadano. De las pocas normas de control que debería aplicar la Policía, ninguna sirve, por la sencilla razón de que algunos policías no cumplen con su trabajo institucional. Prefieren recibir su cuotica para no ver nada.

En nuestra realidad colombiana, las campañas cívicas no han funcionado a plenitud. Casi todos tendemos al desorden, quizá como herencia genética de los expresidiarios españoles qué nos invadieron hace más de 500 años.

En estos días se tocó el tema de los puentes peatonales que casi nadie usa. Y aparece otra vez una campaña para educar a la gente. Esto también fracasará. La historia reciente demuestra que en Colombia hay muchas personas que funcionan únicamente si las multan o si las dejan sin comida. Y como aquí no es Canadá, China o Japón, la gente se pone berraca cuando se les solicita cambiar de actitudes.

En este país milagrero no hay hombres sino muchos irreverentes machos. Los resultados los tenemos a la vista: matoneo, robos, delincuencia, vicios. Es lamentable decirlo, pero en Colombia, para ser buen ciudadano, se requiere un policía para cada uno, o alguien que represente una autoridad, para obedecer. Mejor dicho, nos jodimos, mano.

Víctor Julio Sánchez Mora.

Villavicencio.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar