Cartas de los lectores

La idea de un Servicio Integrado (e Inteligente) de Transporte Público es excelente.

Se unifican más estos servicios de transporte. Los choferes no tienen que distraerse, haciendo cuentas de cuánto devolver al usuario. No se está parando a cada instante para recoger pasajeros y demorar el tráfico. Los cupos tienen un límite.

Pero si en un curso escolar pierden el examen casi todos los alumnos, el que lo pierde primero es el profesor. Por tanto se debe examinar en qué está fallando. A este transporte ya por chiste se le está llamando Servicio Inútil de Transporte Público. Basta recorrer la avenida 1º de Mayo. Cuatro meses y los buses amarillos siguen con 1 o 2 pasajeros.

Las causas reales de estas fallas, como lo anotan algunos críticos, tienen que ver con los intereses económicos de las empresas. Pero hay otras causas prácticas.

La primera, la no unificación de las tarjetas y lo difícil de conseguirlas. Las personas no pueden estar haciendo viajes a los sitios donde las venden.

La segunda, los avisos de direcciones tan mal puestos. No basta con responder que por internet están muy bien dibujadas, pues es como si el profesor de marras remitiera a los libros que usa. Habría que poner primero con letra grande (¡el doble o triple de la actual!) para dónde va el bus: Suba, Engativá, Usaquén, etc., y luego algunos paraderos claves, para que la gente se oriente sobre qué ruta va a seguir.

Alejandro Londoño. Bogotá.

Responsabilidad social

La violencia en la pantalla chica es un asunto complejo; hay quienes se quejan porque es una apología del delito y porque se están mitificando los malos, olvidándose de las víctimas, y los que apoyan para que el fenómeno se visibilice y evitar que la historia se repita, es decir, que se conozca el horror desde el lado de las víctimas, estigmatizando a los victimarios, creadores de las más terribles formas de barbarie. Observando la discusión, ésta se puede zanjar si se les incluye a los seriados la responsabilidad social que debe contener todo servicio al público. Quienes no la han padecido en forma directa deben conocerla, para que sean promotores de la no repetición, porque tarde o temprano el malvado pierde, siempre gana la institucionalidad. Los que la soportaron reflejan las heridas del abandono y la injusticia, donde cada colombiano debe auscultar y reflexionar si tiene algo de responsabilidad.

Édgar Bejarano. Bogotá.