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Cartas de los lectores

Cartas de los lectores
12 de agosto de 2013 - 10:31 p. m.

Soy masón y no me extrañan los conflictos entre nosotros. Eso es simple de explicar. El protagonismo, la politiquería y la mayordomía dentro de las logias son muy comunes.

En Bogotá, probablemente, los afanes e intereses son políticos y faranduleros, caracterizados por los ánimos de sobresalir como fresa en un postre bogotano en, por ejemplo, diarios respetables como El Espectador. En nuestro medio provincial antioqueño, como se nos dice, es con ánimo de ser capataz o, mejor aún, gobernar las logias como fincas ganaderas. Así se van creando malos ambientes para provocar desbandadas de maestros y odios entre nuestras pocas logias.

Es mejor que leamos atentamente nuestra Constitución Masónica, y el que no se acomode, que se vaya. Y que no nos sigamos ocultando debajo de los calzoncillos de Simón Bolívar y de otros masones históricos actuales o muertos.

Álvaro Castaño. Maestro masón.

En cuerpo ajeno

Al exmandatario no le queda más recurso que tratar de colocar una de sus cartas en el lugar que él desearía, a todo costo, ocupar.

Pero ni la Constitución ni los esfumados, antes embriagados del furibismo encantador por repartir prebendas y burocracias de alto nivel, le darán oportunidad.

Todos tienen un pasado cuestionable, por acción u omisión, y sólo ameritan salir a jugar el póquer presidencial de la mano de su progenitor, responsable de investigados y castigados penalmente.

Ahora va de banquillo en banquillo tratando de salvar a los que embarcó en el Titanic de la corrupción y la guerra. Daño irreparable hacen los privilegios a la justicia y por ende a la democracia y la paz. Mal parados están los pertenecientes al grupo desmovilizado de los partidos tradicionales, dirigidos por el maculado histórico, que saca de su poder manipulador los cuestionados “ases”.

Cualquiera de ellos cumpliría ciegamente las directrices de su jefe con sólo mover un dedo. ¡Ay del que no obedezca! Los candidatos en cuerpo ajeno no tienen programas, originalidad, ideología y menos talla para conducir un país en paz, sin privilegios y hacia el pleno desarrollo para beneficio de todos los colombianos.

Ómar León Muriel A. Medellín.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.

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